“Lo de las elecciones me lleva, inevitablemente, a recordar las conchas marinas con que los atenienses votaban el exilio –de ahí la palabra ostracismo– para aquellos ciudadanos que no les eran gratos: como el político Arístides, castigado en una de esas votaciones populares, a quien un ciego que no sabía escribir ni lo conocía pidió que escribiera por él su propio nombre en la concha. ¿Y qué te ha hecho de malo ese hombre?, preguntó Arístides al ciego. Nada –respondió éste–. Pero estoy harto de oír decir que es sabio y justo” Arturo Pérez-Reverte
Pues, de la misma manera, pero por otras razones diametralmente opuestas, como el ciego respondió a Arístides ante la pregunta de este sobre que le había hecho de malo ese hombre, el invidente respondió que los venezolanos de hoy están hartos de los desmanes del régimen de Nicolás Maduro. De modo idéntico, de los equívocos de algunos dirigentes políticos de oposición y de un tercer grupo que se dice de oposición y camuflados apuestan al fracaso de la oposición y hacen todo lo que esté a su alcance para que naufrague la elección primaria prevista para este 22 de octubre.
Antagónicamente considero que el seguro de vida de la elección primaria, su fortaleza antisísmica, que ha resistido los enviones y réplicas para derrumbarla, afianzó sus bases e hizo sonrojar a analistas y prestidigitadores que con cierta razón, mejor dicho, con elementos de buen juicio, con misericordiosos argumentos, pensaron, no sé si lo siguen pensando, que la primaria estuvo o está en estado preagónico… Creo que el equívoco se dio al no considerar que los amos, los constructores de esa mole rocosa, provienen de los mismos venezolanos que como el ciego de Pérez-Reverte están hasta la coronilla de vivir y luchar en contra de sus penurias; penurias más propias de infortunados náufragos.
“Ahora es tu turno de lidiar con las consecuencias de tu logros”. Esta es una frase del físico Albert Einstein que puede aplicársele a todos aquellos venezolanos quienes un buen día tomaron la determinación irrevocable de volver añicos los cenáculos, los acuerdos como los de la Última Cena, los cogollitos de media noche, y como legítimos representantes del 85 % de todo el conglomerado decidieron la metodología para elegir los administradores de nuestros bienes y nuestro destino. Por ello y por eso la primaria se sustenta. Apelemos a un ejemplo, renunció a la Comisión Nacional de Primaria (CNP), Rafael Arráiz Lucca y hace poco hizo lo propio, no sé si con las mismas credenciales que las del historiador, María Carolina Uzcátegui, pero a los pocos segundos la CNP le tenía la sustituta del mismo sexo, sin que se moviera una sola hoja.
En conclusión, si ciertamente está claro quiénes son los propietarios de la primaria, no es menos cierto que quien le insufla ánimo, fuerza, vida y levanta de la hamaca a nuestros compatriotas que sudaban la fiebre palúdica de los desengaños, es María Corina Machado. Acumulando lo narrado anteriormente, todos estos hechos han contribuido a que se dude de la sobrevivencia de la elección primaria; no es mi caso. Tampoco tengo dudas de que aquellos dirigentes políticos que empantanan el desarrollo de este proceso eleccionario se inmolarán juntos con sus partidos políticos con una base de sustentación menguada, raquítica. Se inmolarán, repito, por los siglos de los siglos…
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