¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos? ¡Son preguntas intimidantes, retadoras, que a veces nos “echamos” sobre nuestros hombros ante las presiones indefinidas, al entrar en confusiones y al sentir el peso con que nos “arropan” los estados de ansiedad!

Son los instantes cuando debemos recordar que existimos mejor como seres vinculares (sociales), cuando más necesitamos los contactos con la familia, con los grupos y amistades, con los compañeros, y los camaradas; cuando nos hablan, cuando hablamos con el soporte del vínculo; o cuando se nos encuentren debilitadas nuestras propias emociones.

Uno de los grandes logros del avance humano está en que la inteligencia es más efectiva, y opera siempre más y mejor cuando lo hace en estado (o condición) de paz, de reposo, de silencio, y bajo un fluir coordinado de eficientes vínculos.

Esa delicada realidad que es toda una verdad, podemos ampliarla y potenciarla cuando constatamos que es dentro de la maravilla de la quietud, de los instantes sutiles, cuando nos encontramos más propicios para exaltar la creatividad, organizarnos, y acercarnos más relajados a la solución de los problemas; aun, los más complejos.

Cuando miramos a un árbol o algún otro elemento de la naturaleza, o cuando nos concentramos visualmente en un ser humano desde una ubicación caracterizada por la intensa quietud, cuando bien podríamos preguntamos: ¿quién está mirándonos? ¡Quien en esos momentos nos mira, es algo mucho más profundo que la persona misma! ¡Es la conciencia (nuestra), que mira a su grandeza en inmensa y constante creación!

Y cuando nuestra consciencia nos ubica, y estamos inmersos, como si hubiésemos caído “cansados” en un pensamiento compulsivo, podemos pensar que todo esto que nos ocurre se debe a que, muy rápidamente, nuestra consciencia ya está en nuestra ayuda, ya ha tomado el control psíquico, evitando lo que nos aparta, lo que nos confunde, lo que nos aterra: ¡como puede ser el sufrir, el sacrificio, o un simple malestar!

Sea que nos guste o no, la realidad clara y sentida que vivimos en nuestra consciencia es estar bien ubicados, en este mismo instante o momento, que es el hoy. Este ¡ya! sentido que es nuestro propio tiempo viviente, que quizás pueda sentirse como impalpable, pero que lo “consumimos” (gastamos o invertimos) en condición de tiempo; como tal magnitud que hemos inventado los seres humanos.

¿Dónde y cuándo ocurren todos estos eventos de tantas vidas? ¡Ocurren en forma de una enorme y constante cantidad de instantes presentes; en cada aquí (lugares) de miles de seres humanos que habitan el planeta!

De por medio, en ese proceso vivencial tan complejo, están millones de consciencias, más vastas y poderosas de lo que el pensamiento mismo puede entender. Cuando dejas de creerte todo lo que piensas sobre ti; y cuando dejas de sentir tu propio pensamiento,  quizás puedas ver que ese pensador no es quien eres…

¿Quién eres tú entonces? La realidad contesta sin dudas, con frecuencia: ¡Eres tú, que estás AQUÍ (¿dónde?), y en un TIEMPO preciso (¿cuándo?). ¡AHORA MISMO!

Con cada actualización instantánea de sus contenidos, la consciencia humana busca oxigenarse, acude a su alimento natural y maravilloso; el que necesita el cerebro, no sólo para el sentir y pensar. En esta exploración también se busca mantener nuestra identidad, y nuestro sentido del yo. Cada día de vida son miles de instantes. Nuestra vida es cada uno de esos «momentos».

En breves escritos siguientes les he seleccionado ideas e inspiraciones de Eckhart Tolle, exquisito escritor e inspirador. Nacido en Alemania, graduado en las Universidades de Londres, y de Cambrigde. Desde 1996 se ha radicado en Vancouver (Canadá). Nos dice Tolle que “cuando la gente se hace amigo de cada momento presente, se siente en confianza y como si estuviese en casa, dondequiera que esté. Hasta que se estabilice en instantes de incomodidad y/o comodidad, dondequiera que gradualmente vaya”. Necesita acostumbrarse.

“Digamos -escribió Tolle- que nosotros no somos solo nuestros pensamientos, emociones, percepciones sensaciones y experiencias”. No somos solo el contenido de nuestra vida, escribió Tolle. ¡Somos la propia Vida y el Espacio en el que ocurre Todo! Pero somos, ante todo, nuestra consciencia pensante que se nos actualiza: ¡AHORA!

No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el futuro. El único lugar dimensional donde puedes encontrarte, tú a ti mismo, es en el ahora comprimido y fraccionado, pero a la vez sumativo en sus sucesivos cambios. Y en todo esto, la contemplación de la naturaleza puede liberarnos del «yo» controlador, el gran creador de conflictos.

No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida, esa vida que se nos manifiesta en incontables formas, en todo el universo; formas que están, todas ellas, completamente interconectadas. Cuando reconocemos la santidad, la belleza, la increíble quietud y dignidad en las que una flor o un árbol existen, añadimos algo más a cada flor o a cada árbol. ¡Y a través de cada reconocimiento que haga nuestra consciencia, la naturaleza nos llega para conocerla en verdad!

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniz@yahoo.com




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