En un día cualquiera del año del Señor 1652, cuando el cacique Coromoto y su mujer estaban atravesando un riachuelo cerca de la ciudad de Guanare, una ciudad fundada por los mismos españoles en el año 1591, vieron a una hermosísima señora que sostenía en sus brazos a un hermoso niño. Y así, mientras el cacique Coromoto y su mujer contemplaban embelesados esa majestuosa escena, la Dama les sonrió amorosamente y les dijo que fueran a la casa de los blancos, o sea de los españoles colonizadores y les pidiera que le echaran agua en la cabeza (bautismo).

Casualmente pasaba por allí un español llamado Juan Sánchez y el cacique Coromoto le relató lo sucedido. Juan Sánchez entonces le pidió que se alistara con la tribu de los Cospes, que él pasaría dentro de ocho días con la finalidad de enseñarle todo lo necesario para echarle el agua, o sea para bautizarle.

Muchos indios recibieron el bautismo pero no así el cacique quien, como buen Cospes en fin y, por lo tanto, reacio a obedecer, echaba de menos la selva donde él mandaba.  Esto le hizo preparar su huída, sin embargo el dia 8 de septiembre de 1652 la virgen volvió a aparecer pero en esta oportunidad, no en el río sino en la misma choza donde vivía Coromoto, su mujer, su cuñada Isabel  y un sobrino, y es importante notar que esta ha sido la única vez que la santa virgen se le aparece a una familia. El Cacique cogió una flecha para matarla pero Ella…desapareció  dejando en sus manos un pequeño  pergamino con su imagen.

De eso dieron parte a las autoridades civiles y  eclesiásticas que resolvieron llevar el pergamino a la iglesia de Guanare donde permaneció como “relicariohasta 1987 cuando fue incrustado en el pedestal de la imagen de madera que hoy día  está en el Templo del Santuario de Nuestra Señora de Coromoto construído justamente en el lugar de la segunda aparición.   Y así, desde el primero de mayo de 1944, o sea desde hace justamente 76 años, el  papa Pio XII decretó y proclamó a Nuestra Señora de Coromoto como patrona  oficial de Venezuela, y desde entonces es venerada en el país y en el mundo entero.

Madre nuestra y Madre de Venezuela, en este momento tan grave y tan difícil para nuestra Patria, he querido  recordarte para consagrarte nuestro país con todos sus hijos, con sus familias, con todos los que sufren. Te pedimos que nos ayudes a encontrar el camino de la verdad para que ilumines con el Espíritu Santo a los que tienen la responsabilidad de dirigir la suerte del país y no repriman con la violencia y con la fuerza de las armas a esos jóvenes que de rodilla piden justicia y democracia. Oh gloriosa Madre querida, Reina y Patrona de nuestra Venezuela, acompáñanos siempre y no nos abandones en manos del maligno…amén!

Desde Italia  –  Paolo Montanari Tigri

 




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