La hegemonía roja se ha encadenado al supuesto programa económico. La centralidad «dramática» que Maduro y los suyos le han dado al asunto, pareciera indicar que es una especie de apuesta final, que después de esto ya no queda sino el agotamiento definitivo, el desahucio.

No sé si es lo que tienen en mente, pero sí percibo que es lo que proyectan. Y claro, ese «programa» nació herido de muerte. No va para ninguna parte que no sea más desastre en todos los órdenes. En pocas palabras, se asemeja a un barco –o una chalana, que se hundió en el propio puerto o en el apostadero. No tuvo ni ocasión de zarpar. No estaba preparada para ello.

¿Estamos presenciando la apuesta de hora undécima con la última carta? ¿Estamos presenciando la última jugada? No lo sabemos con certeza, pero precisamente por eso no lo podemos descartar. Venezuela no merece ser rematada de esta manera y dejada moribunda sin posibilidad de salvación. Y esas preguntas son válidas para la nación y para el vecindario regional, por no hablar de la comunidad internacional.

Mientras Maduro pasea por China y luego hace una escala «gastronómica» en Turquía, nuestro país se disuelve en medio de la recesión o, más bien, la depresión económica, la hiperinflación, la caída continua de la producción petrolera, el impago (default) de gran parte de sus obligaciones externas, y la masiva corrupción que no deja huesos sanos entre los jerarcas del poder. No hay país en el mundo que padezca todas esas calamidades juntas.

¿Algo de eso cambiará para bien con la última jugada? No parece que fuera así. Al revés. Todo está empeorando a ritmo acelerado, y el desconcierto impera en la fragmentada oposición política que, en general, no parece saber qué hacer. Si hasta no faltan lo que andan dedicados a “participar” en las llamadas elecciones municipales. Todo un monumento al absurdo o a la mala fe, porque se sabe de sobra que la hegemonía tiene bloqueada cualquier salida de tipo electoral.

No sabemos, pues, si la última jugada de Maduro y los suyos ya ha sido colocada sobre la mesa o el tablero del poder. No pocos de los que la boca para afuera se proclaman sus aliados “revolucionarios”, o así lo consideran, o así les gustaría considerar. Cada vez disimulan menos su ambición de instalarse en donde ahora continúa instalado Maduro. Ojalá y se trate de una jugada que, sin proponérselo, termine acabando con esta nefasta hegemonía, y permita abrir el camino de la reconstrucción de Venezuela. Ojalá.

flegana@gmail.com




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