En este artículo decimos que la vida humana es ¡una sucesión de instantes! Es además un accionar para sentir y mostrar una identidad personal que nos diferencie en cualidades sociales, educacionales y ciudadanas básicas, ante otros seres humanos.

El sentido del yo, dominante bajo nuestra consciencia, requiere vinculación, o conflictos, en diversos grados, porque así esa identidad personal se fortalece al luchar contra esto, o contra lo otro, o para mostrar en todo instante que: Esto soy «yo», o esto otro, no soy «yo».

¡Así pensamos, como sucesión de instantes! Pero tanta situación, instantes, y acción, nos hacen variar en el agitado extenso tiempo de nuestra vida. Cuando estamos en un pensar profundo, compulsivo, angustioso, ansioso, quizás neurótico, evitamos confrontar situaciones como creemos que son:

Así, nos debilitamos y entramos en condición de abierto peligro. Nos preguntamos: ¿Qué creemos que son tales situaciones, estas sucesiones de instantes, como ya hemos considerado a nuestra vida? Quizás no queramos estar donde estamos, en este instante de tantas sucesiones imparables de vida.

Sí, en este instante de gente debilitada, en evasión, en angustia, ansiedad, que se “apartan” de la realidad presente. No quieren estar aquí, ni estar ya, ni ahora, porque ambas salidas, además de confrontar suman y alargan los instantes de la realidad presente.

Son muchos los que temen a la realidad presente, que es la única que tenemos, después de creerla.

Al mirarnos a uno mismo en lo superficial, debilitados, o si miramos “de lado” a los demás, pareciera que este momento, el presente, el que siempre hemos creído como la dimensión dominante del hoy, ahora saldrá solamente empobrecido y desmejorado, en la sucesión de instantes. ¡Y eso espanta!

¡Aclaremos esto! Cada día de nuestras vidas parece estar hecho por muchos momentos, por miles de instantes, durante los cuales nos ocurren distintas y variadas acciones, de diferentes sentimientos, cosas, situaciones; de las que algunas somos conscientes, y hasta las reconocemos y comprendemos.

Podemos llamar VIDA, entonces, a esa siempre y constante sucesión de «esos momentos». Sentir la vida como una «continuidad» es una “invención” nuestra, propias de las sociedades y culturas.

Pase en lo que pase, cambie, vivamos y sintamos, una cosa es segura: siempre ocurre en un Ahora. “Porque somos la sucesión de instantes cerebrales durante los cuales ocurren las sumativas de cosas”. Yo soy mi vida misma, y yo soy mi Ahora, todo esto en el Cerebro Humano, el mío, creador de fantásticas realidades. ¡Nos gusten o que nos aterren!

No podemos encontrarnos a nosotros mismos cuando estemos ubicados en tiempo pasado, quizás recordando, o en tiempo futuro, quizás imaginando. Eso es totalmente imposible (fantasioso). Imposible vivir en realidades que no las abordamos en un tiempo que no sea el Ya, el Ahora. La única realidad vivible donde podemos encontrarnos con nuestro cerebro, es en el Ahora, o al vivir en una sucesión de cientos de miles de «Ahoras», manejados por nuestra consciencia.

Hernani Zambrano Giménez, PhD

hernaniyo@outlook.com




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