Bello Monte
Familias buscan agua en la bomba de Bello Monte. Foto: Patricia Ochoa

Con problemas en la mayoría de los servicios públicos vive Javier Ochoa en Bello Monte. Cuando regresa de buscar a su hijo de la escuela y este le pregunta qué le cocinó, se apresura a responder que camine más rápido, pues en su casa los espera una arepa solo con queso para el almuerzo.

Es obrero del Ministerio de Educación y su salario de 300 bolívares mensuales no le permite cubrir gastos de comida, útiles escolares, servicios básicos y la cirugía que su esposa con cáncer de cuello uterino necesita. Para Ochoa este ha sido el peor enero, febrero, marzo y abril.

Además de las limitaciones económicas con las que debe cargar, denunció que ningún servicio público funciona en Bello Monte. Esto hace que su día a día sea aún más difícil. La luz se va constantemente, el asfaltado en partes no está terminado, el alumbrado posee fallas, la mayoría del tiempo no hay agua debido al racionamiento. La única escuela del sector funciona con complicaciones y el ambulatorio no tiene los insumos necesarios para atender a las familias.

Si su esposa se llegara a complicar, advierte que los médicos “no tienen ni siquiera un tensiómetro”. Ante las problemáticas sin solución, irregularidades y falta de atención a las denuncias colectivas por parte de la alcaldía y la gobernación, el miembro del consejo comunal se pregunta, ¿cómo es que hay dinero para hacer fiestas en la playa pero no para atender los problemas que nos persiguen desde hace años?. 

Arreglos a medias

Ochoa señaló que las fallas de las cloacas y sistema de aguas deberían ser arregladas por ingenieros o personas calificadas en la materia. Al frente de su casa, la cloaca que ha sido reparada durante dos años, aún sigue destrozada.

Para él, enviar un trabajador a que abra un hueco y luego lo tape no es lo ideal. «Esto es comida para hoy y hambre para mañana. Aquí hay que traer mano de obra calificada, topógrafos. Esta población ya creció, hay que introducir tubos grandes desde la red de aguas servidas”.

Hace un año, las autoridades limpiaron una canal, pero no armaron la cerca que limita el paso a los peatones. Niños y adultos han caído  allí.

Fallas en la distribución de gas doméstico y Clap

Mientras el costo de los servicios incrementa y el sueldo yace en el suelo, el gas doméstico y cajas Clap tardan hasta cuatro meses en llegar a la comunidad, según vecinos.

El integrante del consejo comunal relató que hace aproximadamente ocho días llevaron a Bello Monte productos como mortadela o pollo. Alegaron que se les entregó a las personas más necesitadas, pero la realidad es que toda la población tiene necesidades: “Yo como trabajador del ministerio lo que cobro quincenal son 150 bolívares, eso es necesidad”.

Un pozo comunitario regulado 

José Cañizales describió la escasez de agua como un clamor popular. Esta llega solo a ciertas calles, debido a que la que proviene del pozo de Bello Monte es desviada a otras zonas. Por una llave, se decide a quién le llega y a quién no.

De acuerdo con Marlene López, a pesar de que la bomba está activa, es desconectada constantemente sin justificación. Quienes no cuentan con una particular, no les llega el servicio de agua a su casa. Niños, jóvenes e incluso adultos mayores, deben cargar tobos y botellas a diario para poder bañarse, cocinar y realizar actividades diarias.

Incremento de la inseguridad

Cañizales apuntó que en los últimos meses, en la zona han incrementado los robos a casas y por parte de motorizados. «A mano armada le arrebatan los celulares a los transeúntes. Las patrullas pasan esporádicamente o cuando hay alguna fiesta en la plaza, donde se les ve tomándose selfies”.

Al lado de la cancha de béisbol hay un espacio abandonado en el que personas duermen. Los vecinos han solicitado a la alcaldía que allí se haga un gimnasio para los deportistas, que son quienes más necesitan espacios recreativos. 

Los niños ven clases en una escuela destruida 

La Unidad Educativa José Antonio Páez lleva más de 12 años en remodelación. Salones y espacios de la institución fueron derrumbados para hacer cambios, que se quedaron en una estructura de vigas y un espacio abandonado.

Justo al lado, en los salones en los que los niños ven clases, la historia no es muy diferente. Mientras que por el exterior se ve el deterioro, la bomba que debe surtir de agua a toda la entidad lleva más de un año dañada. Una vez dentro, cuando llueve, la escuela se inunda.

 




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