“Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”
Immanuel Kant.

Arrancamos este año 2024, en medio de grandes incertidumbres sobre todo las relativas a la consistencia dinámica de las políticas macroeconómicas, entre las que destacan el cepo aplicado al gasto público en términos de ajustes salariales a los empleados de la administración pública, jubilados y pensionados y los referentes a los diques del tipo de cambio, la emisión terciaria proveniente de la devaluación con fines fiscales, se ha logrado mantener a un costo de importantes adjudicaciones por parte del Banco Central de Venezuela que suman la cantidad consolidada de 4.906.000 millones de dólares, con una tendencia al alza marcada con el hito de adjudicaciones de octubre y su tendencia sostenida en el último trimestre.

Aún la economía nacional, depende del sostenimiento de las licencias sobre la industria petrolera, en un escenario de sostenimiento de estas licencias, las cuales dependen del cumplimiento de los acuerdos políticos firmados en Barbados, estaríamos estimando un crecimiento de un 10% del PIB para finales del 2024 y en el eventual escenario de un sostenimiento de la actual situación y aplicación de sanciones la economía crecería en un 4%, el óbice sigue siendo la desigualdad en la renta evidenciada en la coexistencia de una realidad condicionada por la camarilla cercana al poder y el resto de defenestrados sociales que exhibe el país.

Venezuela dejó de ser el líder en inflación la Argentina nos supera con 211%, pero nuestra inflación anualizada es de 193%, esta reversión de la inflación es entre otras causas motivadas al default que el régimen impone a sus empleados más de 6 millones de funcionarios y a los jubilados y pensionados, defenestrados a la miseria, es decir que la supuesta estabilidad se pivota sobre la destrucción del bienestar colectivo.

Haciendo un mero ejercicio de histonomía ( historia y economía), en 1998 al arribo del chavismo el salario mínimo era el equivalente a 353 dólares mensuales, 26 años después la cifra se reduce a tres dólares mensuales, es la pérdida del 99.15% del salario mínimo real, en tal sentido la ubicación de segundo lugar en el ranking inflacionario, obedece a un ejercicio perverso que embrida la miseria y pobreza absoluta de la población del país, no puede existir bienestar sí este se sustenta en el dolor, la pobreza y la destrucción del bienestar colectivo. ¿Quién es capaz de sobrevivir con tres dólares mensuales?, estamos debajo de los estándares del Banco mundial, pues percibimos 0.10 centavos de dólar diario, el umbral de la pobreza crítica, propuesto por el multilateral es de 1 dólar diario, huelgan las explicaciones con este simple guarismo de que sí en Venezuela hay bienestar o no, aceptar la frase de que nos arreglamos, es sencillamente caer en el charco del inconsciente de la posverdad.

Somos un país sin servicios públicos, sin educación, sin salud, en medio de la incertidumbre de no tener certeza alguna de los vaivenes del mal gobierno, nuestros estudiantes del subsistema de educación han recibido 33% menos horas de clases, que lo que percibieron el año pasado, eso amplía las brechas entre quienes se educan en el sistema público y quienes lo hacen en el sistema privado, por ende el chavismo es el padre de las desigualdades, de las perversiones y del mal, es un régimen aporofóbico, “una elite revolucionaria apoltronada en el poder que emula las conductas de la burguesía” .

A la fecha de publicación de esta columna, 12 días del mes de enero el Banco Central, ha adjudicado, 195 millones de dólares al sistema bancario y la brecha entre los cambios oficiales y paralelos oscila en 6%, una cifra que da cuenta de la volatilidad de este objetivo operativo de la política monetaria y de sus efectos nocivos sobre la estabilidad de precios y la emisión terciaria de liquidez a una economía afectada por una alta tasa de inflación.

Suman más de 654 días, sin aumento salarial, en un país sin salarios, sin monedas y sometido a condiciones indecentes de trabajo, sobre todo para los funcionarios públicos encargados de la educación y la salud, somos una sociedad abandonada de escuela y de sanidad, un país destruido y absolutamente desigual, en donde la élite depredadora y extractiva, vive a guisa de sultanes instalados en el poder, “las elites depredadoras hacen uso de los recursos para sus propios fines y las extractivas se sustentan en el poder consumiendo los recursos locales”.

En fin, la revolución de todos los fracasos, es por ahora subcampeona en alta inflación, pero las realidades de la política monetaria y fiscal, dan cuenta de la insubsistencia de generar cualquier atisbo de bienestar, calidad de vida y tranquilidad, en lugar de ello vivimos con las sienes taladradas por el barreno de la incertidumbre, del peor de los regímenes políticos en nuestros 212 años de la independencia, 164 años de la revolución y 26 años del horror chavista.




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