La defensa del botín que se llama Venezuela, hace que los forajidos, pranes del régimen continúen sosteniendo su coraza de violencia y agresividad. Nada importa el sacrificio y sufrimiento de los ciudadanos quienes somos la verdadera razón de la existencia de la república, para que ese envilecimiento soportado por el poder de las armas, continúe con la mayor de las barbaries que recordamos en nuestra historia contemporánea de democracia.
Más tanquetas y armas para defender el negocio y la estafa más lucrativa del mundo, que es la utilidad cambiaria. Fortunas inimaginables han crecido en manos de los defensores del régimen, quienes han sostenido su poderío rodeándose de leales a quienes los han preñado de riquezas para que sean serviles….y como han servido a los amos del trono; cubanos, chinos y narcotraficantes. Esta es la simple explicación de este período histórico de retroceso en Venezuela, razonarla y explicarla será muy fácil en los textos futuros de esta parte de la historia:
“Delincuentes se beneficiaron de la riqueza de todos, con hipocresía y propaganda, encantaron incautos, corrompieron a civiles y militares, establecieron redes de sostenimiento del poder basados en el compromiso del robo, entregaron el país a chulos de otros países comprando sus posturas ante entes internacionales, estafaron creando imperios personales en bancas internacionales, usurparon y destruyeron el área productiva e institucional del país llevando a la colectividad a un retroceso social, económico y académico nunca antes visto desde el descubrimiento. Una vez abandonados por ese mismo pueblo incauto y engañado, se vieron acorralados y amenazados con no solo perder el poder, prebendas y prepotencia, sino que comenzaron a sentir el frío de los calabozos, el temblor que produce la sentencia de culpable y la pena impuesta.
Entonces, la estampida de quienes aún los apoyaban, comenzó a ocurrir y así se les fue cerrando el círculo a los malhechores gobernantes, reacomodaron los cuadros directivos, irrumpieron ante la sociedad con violencia y asesinatos, casi que con una orden de exterminio. Fue entonces cuando los últimos días del período de la historia Venezolana, signado por la estafa por encima de todo, se llenó de violencia. Rebasada toda su capacidad de contención y ataque con la desaparecida Guardia Nacional, apoyada por grupos irregulares llamados milicianos y grupos de delincuentes armados llamados colectivos, deciden, dentro de la peor crisis económica del país, con una carencia extrema de alimentos, medicinas y cualquier otro insumo, adquirir nuevas tanquetas y armas para en un último intento de represión seguir reinando por sobre las conciencias de los hombres de esta tierra. No había comida, pero si nuevas armas. No había esperanza pero si represión.
A pesar de que rompieron con la mayor crueldad imaginable el corazón de Juan Pablo, el pulmón de Neomar y las cuerdas del violín de Wuilly, la conciencia y compromiso de millones de jóvenes siguieron en las calles, tiñeron de más sangre la tierra de Bolivar y finalmente los otrora envilecidos dictadores se transformaron en enanos que suplicaron y pidieron clemencia y al fin la voz de la justicia prevaleció y fueron sometidos a juicios por las atrocidades y robos cometidos. El sacrificio de cientos que murieron en las casi dos décadas de dictadura fue honrado con la construcción de un monumento y un cementerio hermoso, imagen y símbolo de la libertad que los Venezolanos erigieron para el recuerdo eterno de quienes poblarán esta tierra por siglos, para que nunca olviden este período de obscuridad y terror, el cual jamás permitiremos nuevamente. Un segundo Campo de Carabobo nació en honor a ellos y de sus familias”