El manager Ron Gardenhire alineó como cuarto bate y designado a Miguel Cabrera para el partido de este martes contra los Rays de Tampa Bay, en el Comerica Park. El venezolano se había perdido todo el fin de semana por molestias en las rodillas, en especial la derecha.
El inicialista había estado tratando el dolor en las articulaciones con bolsas de hielo después de los partidos, pero el viernes tuvo que ir al banco, luego que la sensación aflictiva aumentara. El descanso evitó que lo inscribieran en la lista lesionados, pero una resonancia magnética reveló una condición crónica en la rodilla derecha, de acuerdo con la opinión de cuatro traumatólogos, entre ellos el médico del equipo, Stephen Lemos, y el reconocido especialista James Andrews. La posibilidad de una cirugía fue discutida, pero al final los galenos decidieron no recomendarla, de acuerdo con un reporte del periodista Chris McCosky para The Detroit News.
“Es una muy buena noticia”, le dijo Cabrera a McCosky. “Estoy muy feliz. Estaría acabado con un cirugía”.
“La resonancia magnética mostró cambios crónicos en la rodilla, que son el resultado natural del desgaste de una larga carrera atlética”, explicó entrenador físico de Detroit, Doug Teter. “El consenso fue tratarlo sintomáticamente (con cortisona) y tomarlo día a día. Ver cómo se siente y partir de ahí”.
Cuando el dolor se intensifica, Cabrera no puede apoyarse en la pierna, lo que ha afectado sus números de poder. Aunque aseguró que no piensa hacer cambios en su mecánica de bateo.
“He estado lidiando con esto durante dos meses y en los últimos tres años”, reveló Cabrera. “Sé que puedo jugar con esto, pero en Atlanta (durante el fin de semana) me preocupaba que algo malo ocurriera. Por eso le pedí que me revisaran la rodilla y me hicieran una resonancia magnética. Quería asegurarme de que no fuera nada grave”.
Desde 2017, Cabrera no ha exhibido la fuerza que le llevó a conectar 446 cuadrangulares, entre 2003 y 2016, la tercera mayor cantidad en las Grandes Ligas durante ese lapso. Tampoco ha podido estar saludable. El maracayero, de 36 años de edad, perdió 32 juegos en 2017, como consecuencia de un tirón inguinal y problemas en la parte baja de la espalda. El año pasado apenas pudo aparecer en 38 encuentros, antes de romperse el tendón del bíceps derecho, lo que ameritó una cirugía reconstructiva. También había estado inhabilitado todo el mes de mayo por un tirón en la corva derecha.
“Estoy acostumbrado a eso”, apuntó Cabrera. “En ocasiones pagas el precio cuando juegas por muchos años. A veces pagas un precio cuando juegas lastimado. El único consejo que puedo darle a los niños pequeños es que cuiden su cuerpo y se mantengan saludables. Cuando tengas algo, deja de jugar por una semana y vuelve. No juegues a través del dolor, porque vas a pagar el precio más adelante”.
Los médicos le dijeron que el deterioro en las rodillas ha sido progresivo en el último lustro. Algo que más temprano que tarde lo convertirá en un bateador designado, un lugar en el lineup que ocupará en los próximos días.
“Es triste”, aseguró. “Muy triste. Los últimos días estuve pensando en eso. Es triste porque me gusta estar en el campo (como inicialista)”.
El piloto Gardenhire lo llevará con calma.
“Él dictará cómo irán las cosas”, destacó el estratega. “Me dirá cuando se sienta lo suficientemente bien como para jugar. Y si está teniendo un mal día, también me lo dirá. En todo caso, ahora mismo no voy a ponerlo en primera base”.
PRENSA LVBP