Desde las 5:00 a.m. los ciudadanos que votan al sur del municipio Valencia ya se encontraban en las calles. No les importó tener que tomar tres autobuses o cargar con niños en brazos. La intención era clara, votar.
Colegios emblemáticos de la zona como el Manuel Alcazar, Francisco Espejo, José Regino Peña y Santa María de Calatrava fueron algunos de los más de 100 colegios electorales visitados por los ciudadanos.
El ambiente de la calle estaba lleno de soledad, pocos vehículos, locales cerrados, y en ciertas calles las personas aguardaban para entrar en los centros. Cada punto contaba con un puesto del partido oficialista, mientras que los opositores parecían invisibles en un escenario de franelas vinotinto.
No era un público multitudinario el que este domingo acudió a votar. En el 50% de los colegios, a pesar de un proceso fluido, no se contó con una masiva participación.
Nuevamente los adultos mayores dieron la cara y ejercieron su derecho con contundencia, mientras la juventud decía presente en ciertas zonas.
Los inconvenientes, más allá de conflictos entre tendencias, se centraron en máquinas paralizadas, otras que no prendían y algunas que arrojaban error. Algunos votos nulos y errados fueron dados a conocer. El Plan República resguardó los centros y en algunos sitios a la prensa se le prohibió entrar, con o sin credencial. Muchos coordinadores asumían el silencio como su mantra del día.
La lluvia no fue impedimento para votar, tampoco la puesta del sol. Ni en los barrios más peligrosos se cerraron las puertas. Una parte de la población salió a votar tarde, cuando ya muchos en otras zonas regresaban a sus hogares.
Los buses Yutong recorrían la Aranzazu y la Sesquicentenaria para asegurar que todos votaran, mientras los Carnet de la Patria eran registrados en hojas en cada punto rojo para saber quien votó y quien no.
Es un hecho que el sur salió a votar. A los candidatos todos los conocían.
