Ya son las ocho de la noche del domingo 15 de octubre y no tengo ninguna información veraz sobre determinada proyección de posibles resultados electorales. He leído lo que se envía por los chats y lo que escriben de manera irresponsable algunos actores políticos, pero la experiencia me ha dicho que nada de lo que se diga a esta hora es creíble, ni siquiera los niveles de abstención, por eso prefiero omitirlos y centrarme en el país que nos encontraremos después del anuncio oficial por parte del descalificado Consejo Nacional Electoral; es decir de los boletines. Tenemos que recordar que esta  fue una campaña muy insípida, ya que no se conoció el programa de gobierno de ninguna de las opciones y todo se limitó a incentivar la participación y a demostrar que la oposición es mayoría, todo con esquemas publicitarios dirigidos a la promoción de una especie de voto castigo contra la nefasta gestión del régimen que ha empobrecido a nuestro país.

Siendo esto así, de ayer a hoy, aún, luego del anuncio de los resultados oficiales, absolutamente nada cambiará. Por eso le pido a los venezolanos no desgastarnos en discusiones pasajeras, ni tampoco en la asignación de responsabilidades. Lo que ocurrió ya pasó y punto, que si de algo nos debe servir que sea de experiencia y nunca para alimentar rencores, ni mucho menos escuchar a nadie decir “yo te lo dije”

El lunes volverá a amanecer, repito: indistintamente del número de gobernaciones que se obtengan o, como algunos prefieren denominarlo, el número de espacios que se hayan recuperado, los problemas seguirán siendo los mismos y no tengan ninguna duda se le sumarán muchísimos más. Por eso pregunto a modo reflexivo ¿Por qué seguimos haciendo lo mismo y esperando resultados diferentes?

Los venezolanos gastamos la vida.-

Pasamos de disfrutar la vida, con sus dificultades, como es natural, a gastarla. A eso nos arrastró el huracán chavista junto a la criminal complicidad de muchos que se dicen demócratas.

El desespero es enorme en todos los sectores. Nos hemos empobrecido a niveles insospechables; el terror a enfermarnos es alarmante. No solamente por no poder pagar la clínica o no tener una cama o falta de insumos en los hospitales, sino que aunado a esas calamidades han aparecido enfermedades pavorosas que habían sido abolidas desde los primeros años luego del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez. Por ejemplo hay brotes de difteria, enfermedad transmitida por una bacteria que en esta Venezuela de la destrucción “madurista”, se dice que quien la contraiga prácticamente está sentenciado a muerte porque no hay los antibióticos para combatirla. De hecho, en la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejeras de Valencia hay una especie de aislamiento o cuarentena, la semana pasada se produjo un deceso por esa terrible enfermedad y me informan lamentablemente, que hay otro paciente que la padece.

Navidad sin hallacas.-   

Los días pasan y los circos se multiplican, llámense electorales o de otras modalidades. Lo que sí ha desaparecido es el pan. Ya no existe esa consigna de pan y circo, nuestro país solo quedó para el circo. El hambre se apodera de la gente, todos los días vemos a más personas hurgando de la basura para buscar comida, y es entendible. El desempleo y el alto costo nos ha llevado a ver esos tristes espectáculos callejeros. Qué alguien me explique cómo puede alimentarse una familia con el sueldo mínimo por más que lo aumenten mensualmente. Soy de los que visito los mercados y hago las compras para mi casa y es casi imposible hacer las compras que solíamos hacer meses atrás. El tomate a veintisiete mil bolívares, la carne a cuarenta mil el kilo, el queso a cincuenta mil o el cartón de huevos a cuarenta y siete mil. ¿Cómo podemos mantener un poder de compra con estos precios? Y estos  son apenas algunos rubros, porque todos los alimentos seguirán en franco aumento.

Por otro lado, las medicinas no aparecerán, el dinero tampoco aparecerá y si aparece no alcanzará para comprar la canasta básica, el pobre continuará siendo pobre y el rico mantendrá su riqueza, mientras que la clase media irá desapareciendo a paso de vencedores.

Muchas veces lo hemos dicho, el problema de Venezuela no se resuelve con gobernadores que no gobernarán ni podrán desarrollar políticas que generen prosperidad. Esto es un problema estructural, más allá del maquillaje que le pueda prometer cualquier gobernador. Estamos sumergidos en un barrial. Ese mismo charco de estiércol que ha empobrecido y quebrado la moral del pueblo cubano hoy  destruye a los venezolanos.

Podrán seguir vendiéndonos y tratándonos de conquistar con los espejitos de las elecciones, pero tal y como van las cosas la desesperación ciudadana se pronunciará antes de que llegue ese ficticio desenlace o cambio, vía pronunciamiento electoral. Ni el CNE ni mucho menos la FANB serán los que organicen la sustitución de los empobrecedores, no podemos ponerlo en duda que será la auténtica expresión ciudadana la que se pronunciará, en su terreno natural: ¡la calle!

Preocupa la Universidad.-

Pasada la página electoral, necesariamente debo volver a pensar en mi Universidad de Carabobo, en mis estudiantes y en todos mis compañeros de trabajo. También pienso en los aspirantes a ingresar a la centenaria casa de estudios superiores.

Es común que el régimen nos impulse a desviar la mirada hacia otros asuntos bajo la creencia que desde esos asuntos podemos resolver la grave crisis del país. Siento decir que esas acciones gubernamentales son precisamente las que han contribuido al deterioro de nuestras instituciones. Nos ahogan presupuestariamente y eso nos conduce hacia lo incierto.

Con el corazón arrugado pienso en mi UC, esa que me ha visto crecer y ha sido testigo de mis tiempos juveniles como estudiante y desde hace más de tres décadas, de mi vida profesional. La he contemplado en su época boyante cuando nada faltaba, en esos momentos de los gobiernos que veían el conocimiento como herramienta indispensable para la prosperidad, conocí las residencias estudiantiles y los autobuses que suficientes y en buen estado; ahora, me ha correspondido ser parte de su gerencia en estos tiempos de carencias materiales.

Es menester repensarla para redefinirla. De no hacerlo, será imposible mantener esta barca a flote. Por lo pronto es urgente buscar el camino y disposición para lograr acuerdos con instituciones públicas y privadas con la finalidad de alargar su vida o evitar el definitivo colapso. Todas las universidades públicas hacen aguas porque navegan en aguas tormentosas. Nos azota un monstruo que persigue las casas del saber. Ese monstruo es el Socialismo del Siglo XXI y, para acabar con esa bestia no hay un modo distinto al del método que se utiliza contra las culebras: ¡hay que darle en la cabeza! En tal sentido, el compromiso de todos los universitarios tiene que ser definir estrategias, bajo una perspectiva unitaria, entendiendo que el enemigo es el régimen que la ha venido interviniendo a través del recorte presupuestario. Quiero que sepan que lo que se le ha asignado a nuestra UC para el año 2018 apenas alcanza al 12% de lo indispensable para mantenerla operativa, sin entrar a considerar que la inflación prevista para el próximo año superará el 1500%. Imposible mantenerla abierta si la comunidad entera no asume el compromiso de defenderla.

¡Defender la UC es tarea de todos!




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.