La Banda Sinfónica Juvenil Simón Bolívar (Foto referencial)
El 5 de julio de 1978 el Maestro José Antonio Abreu logró conformar, con 120 integrantes, un sueño que, 40 años más tarde, no solo se mantiene sino que cada día cosecha más éxitos.
A dos años de la creación del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, emergió la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, un referente de la música y la formación artística a escala global.

La creación de esta orquesta fue la primera de las promesas que el Maestro Abreu le cumplió a los niños y a las niñas que reclutó en los muchos viajes que emprendió por varios estados del país en búsqueda de conformar lo que hoy se conoce como El Sistema.

Ramón Román fue uno de esos niños. Para entonces contaba con tan solo trece años. Su mundo era, al igual que el otros niños de su edad, uno rodeado de juegos de pelota, perinola, metras, gurrufíos y otros pasatiempos, con los que convivía a la par de sus estudios primarios y su incursión en el Conservatorio de Música de Maracay, en el estado Aragua, donde estudiaba música como una actividad vespertina de distracción pero a la cual sus padres no tomaban muy en serio.

Una cosa aburrida

«Esta era una cosa aburrida, porque las clases eran individuales y uno no se unía con otros muchachos, que uno hacía para complacer a los padres que querían que uno hiciera una actividad cultural», relató Román a AVN.

Cuando Abreu le comentó a los padres de Román que debían trasladarse diariamente a Caracas para los ensayos hubo un poco de resistencia, no sólo por la distancia y tiempo que requería, sino porque para la época, los adultos esperaban que sus hijos se convirtieran en médicos, profesores e incluso deportistas. «Cualquier cosa menos artistas, pues esta práctica era vista, más que como una carrera, como un hobby que no serviría para dar sustento a una familia».

Abreu, con sus argumentos puestos en un objetivo firme, logró convencerlos. Poco tiempo y mucho esfuerzo después se creó la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Ramón contaba entonces con unos 16 años y se convirtió en su primer violín. «Era duro pero el maestro supo sembrarnos esa semilla de responsabilidad. Él siempre nos recordaba que nosotros teníamos una misión, que teníamos que acompañar a un resto de jóvenes en el país para algún día poder mostrar algo».

Un método distinto

La creación de la Simón Bolívar fue de igual forma el inicio uno de los pilares fundamentales del Sistema. «El maestro nos hizo ver que un artista no puede serlo sino es capaz de duplicarse en otro, tratando de que éste sea mejor. Si eso no hubiese pasado con nosotros, El Sistema hoy en día no tuviera el alcance que tiene, y no solamente el alcance interno sino el que tiene en el exterior», indicó.

Y así la Simón Bolívar fue el cimiento de este método de formación integral que hoy el mundo desea emular. «El Maestro sabía que cuando salíamos de gira no podía ser nada más para ofrecer conciertos, tenía que ser un momento de formación y de conocimiento del entorno», recordó el violinista

Ramón Román narró que una vez fuera del país, Abreu los llevaba de paseo a algún museo importante y les hablaba de las obras que allí estaban expuestas y de sus creadores.

Esto lo complementaba consiguiendo que los más afamados profesores y músicos de aquellos países le impartieran clases a la orquesta durante su estadía, hecho que marcó para los aspirantes a concertistas el camino hacia la excelencia.

Fue la Simón Bolívar el laboratorio en el que con el tiempo se descubrieron los mejores métodos para formar a los nuevos integrantes y obtener de forma más expedita buenos resultados, razón por la cual el crecimiento en todas las orquestas que hoy conforman El Sistema, ha sido exponencial. «A medida que el método ha ido cambiando por ser más efectivo, los muchachos a más temprana edad tocan mejor».

Y es que una de las premisas del Sistema es que sus miembros se conviertan en formadores de relevo de las nuevas generaciones. Con esta doctrina se han formado generaciones de destacadísimos músicos que han formado a su vez a otros grandes. Una cadena interminable de éxitos que arrancó a cuatro años de la creación de la Orquesta.

Román tenía 18 años cuando recibió con otros 15 o 20 músicos el llamado de Abreu a asumir la enseñanza y replicar la agrupación tanto en Caracas como en el interior del país. «Llegó un momento en que el peso grande de la formación de El Sistema cayó en la Sinfónica Simón Bolívar. Yo en mis primeros diez años, sintiendo que el estado Aragua necesitaba ser tomado en cuenta, fui a dar clases y uno de mis alumnos fue Jhonny Cubides, hoy director de El Sistema en San Sebastián de los Reyes. A él le di clases por al menos 4 años, hasta que  decidió irse de Maracay a San Sebastián a hacer lo propio.

Cubides, a los años, tuvo un alumno que hoy en día es una de nuestras banderas en la dirección, Christian Vásquez.

Sonido latinoamericano

La Simón Bolívar se ha caracterizado por romper con el paradigma elitesco que rige en muchas de las orquestas sinfónicas. El director mexicano Eduardo Mata, quien llevó a la agrupación a grabar unas diez producciones discográficas, abarcó con ellos un repertorio latinoamericano no común, con el cual realizaron muchos conciertos y del que surgieron pequeñas agrupaciones, cuartetos de cuerdas y quintetos de metales.

A partir de ahí, tanto la Simón Bolívar como las agrupaciones nacientes, sintieron la necesidad de llevar a otras fronteras  nuestros sonidos autóctonos, así como nuestros compositores.

«La Sinfónica Simón Bolívar tuvo esa oportunidad de llevar a un nivel muy alto ese repertorio y durante todas las giras se fue mejorando en lo artístico», enfatizó

Ha sido así que muchos compositores extranjeros han visto y reconocido que en Venezuela se encuentra la semilla de la nueva música y han reconocido también el éxito, la labor y la visión del maestro Abreu, razón por la cual fueron nombrados Embajadores de la paz por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco). «Yo creo que sin Abreu nosotros no estuviéramos aquí, creo que nosotros contribuimos con lo que pudimos y él supo orquestar, supo ver en cada uno de nosotros nuestras habilidades y tiene para nosotros un valor muy significante que él nos haya escogido para estar aquí».

 




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