Orilla del Lago de Valencia desde lo que queda de la antigua carretera Carlos Arvelo, que conectaba a Valencia y Güigüe. (Foto: Kevin Arteaga González)
Lago de Valencia. Foto referencial.

El crecimiento descontrolado del Lago de Valencia no es la única preocupación de quienes viven frente a lo que queda de la antigua carretera Valencia-Güigüe, consumida por las imparables aguas de la cuenca. Muchos de ellos se dedican a la pesca artesanal y es ese su único sustento, pero llevan meses azotados por piratas que les arrebatan todo lo que consiguen a su paso.

Félix Ortega es uno de los 67 pescadores afectados por la situación. Recientemente los piratas le robaron casi todas las mallas de las que, además, dependían otros cuatro trabajadores. En su rostro se hace evidente la preocupación, ya que la pesca es el único oficio al que se ha dedicado durante su vida y no tiene otra fuente de ingreso más que lo que le provee el lago.

El modus operandi es el mismo. Cada 22 días, sin importar la hora, arriban sujetos fuertemente armados a bordo de lanchas rápidas y despojan a los trabajadores de todas sus pertenencias: desde las lanchas y mallas de pesca, hasta lo poco que logran pescar. “Llegan con dos tobos de balas, ametralladoras, R15, pistolas, glock, pajizas, bombas y chalecos antibalas”, detalló Félix.

Aunque hasta el momento los sujetos no han asesinado a ninguno de los pescadores, quienes son obligados a recoger sus propias mallas y entregarlas, el temor de que en cualquier momento acaben con sus vidas está latente. Según Félix, han ocurrido casos en los que los piratas secuestran a los trabajadores y los tiran en medio del lago.

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Félix Ortega y su madre, Vicenta García. (Foto: Kevin Arteaga González)

El joven pescador se siente impotente al ver cómo todo su esfuerzo y trabajo muchas veces se desaparece en la inmensidad del lago, a bordo de una lancha rápida, sin que nadie haga algo al respecto. “Uno acude al gobierno y no nos prestan la ayuda”, agregó.

Vicenta García, madre de Félix, teme por la vida de su hijo. También le preocupa que los dejen sin la posibilidad de seguir pescando. “Nos sentimos azotados, porque con eso es que comemos. Yo tengo aquí 45 años y he criado a mis hijos con sacrificio. Compré mi mallita para pescar, vendo jalea, conservas, arroz con coco”.

La petición de Vicenta a las autoridades de Carabobo es clara: “Que vengan a ayudar a los malleros”, que en su mayoría son cabezas de familia, pertenecientes a sectores cercanos del lago, como Isla La Culebra, Bucarito, Las Tiamitas, Guaica y Güigüe.

El problema ambiental también los afecta

El lago es receptor de las aguas servidas de gran parte de Carabobo y Aragua.  La falta de saneamiento es notoria. Solo basta con estar durante unos minutos cerca de la cuenca para percibir el olor fétido y las tonalidades verdosas y de color marrón en sus aguas. Esto, sumado a las lluvias, es el origen de su crecimiento descontrolado, según el vicepresidente del Colegio de Ingenieros del estado Carabobo, Nizar Richani.

A pesar de las condiciones en las que se encuentran los ecosistemas del lago, la necesidad obliga a los más de 60 pescadores a adentrarse en él, en busca de los pocos peces que quedan. Félix explicó que no solo han disminuido en cantidad, sino también en variedad. Actualmente, en promedio sacan entre 20 y 40 kilogramos por día, pero antes lograban obtener hasta 100 kilogramos o más.

El Lago de Valencia actualmente ronda los 414 metros sobre el nivel del mar, seis metros por encima de la cota de seguridad. (Foto: Kevin Arteaga González)

“Antes salía mucho san pedro, tilapia y bagre, ahorita solo mojarra negra, que es un pescado pequeño. Nos afecta mucho porque si no pescamos, no comemos”, relató mientras observaba en la lejanía una de sus lanchas, con sus dos ayudantes, en la mitad de una faena que inició a tempranas horas de la mañana y que finaliza a las 4:00 p.m. aproximadamente.

Al terminar la jornada, se reparten lo que consiguieron de forma equitativa: sin son 30 kilogramos de pescado, cada uno se queda con 10. Esa es la forma de pago de Félix para retribuir el trabajo de sus dos ayudantes.

Especialistas han catalogado al Lago de Valencia como el principal problema ambiental de Venezuela, debido a su complejidad y al riesgo que representa para las comunidades que lo rodean. Actualmente esta cuenca endorreica (sin salida) se encuentra seis metros por encima de su cota máxima de seguridad, que es de 408 metros sobre el nivel del mar.

Además de haber inundado urbanizaciones en el sur de Maracay, en Aragua, y la antigua carretera Valencia-Güigüe, en Carabobo, sus aguas ya se apoderaron de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Los Guayos y amenazan con desaparecer el terraplén que conecta a Isla La Culebra con las zonas urbanas de Los Guayos.

Para los pescadores como Félix y el resto de los habitantes de las comunidades adyacentes a la cuenca, el Lago de Valencia representa una amenaza permanente. Ya no solo por el indetenible crecimiento de su nivel, sino ahora también por los piratas que se llevan todo a su paso, mientras las autoridades regionales continúan sin actuar para dar solución a ambos problemas.

La mayoría de los habitantes de la orilla del lago consumen pescados que sacan de la cuenca. (Foto: Kevin Arteaga González)



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