La importancia de los “medios de comunicación”, escritos y radio televisivos, es determinante para la vida de un país. Imagínense que las noticias publicadas en 1974 por un periódico americano, el Washington Post, obligaron a Nixon, en aquel momento Presidente de los EE.UU., sin duda alguna el paísmás democrático y más potente del mundo, a presentar sus dimisiones por el famoso escándalo del Water  Gate.Es de Perogrullo entonces que un régimen autoritario pueda permitir una libertad de expresión de los medios de comunicación, so pena de poner en peligro la estabilidad de su gobierno. ¿Se imaginan ustedes, por ejemplo, que en un país como Cuba hubiese libertad de espresión y que cada periódico o canal televisivo pudiera disentir  de lo que hace o dice el gobierno?

Sería el acabose del régimen! Pues bien, si en un sistema democrático  los medios de comunicación son importantes porque son la voz de la opinión pública y reflejan el consenso o el descontento del pueblo, en un régimen autoritario son “determinantes” y su control, por parte del gobierno es una cuestión de vida o de muerte y no solamente para impedir la publicación de noticias distintas a las que divulgan los medios oficiale del Estado, sino y sobre todo para modelar la sociedad a través de un incisivo y permanente lavado cerebral, tratando de monopolizar la forma de pensar de la gente. Y mientras más esa gente piense y hable condicionada por ese poderoso lavado cerebral, menos problemasle causará al gobierno.

Frente a esa realidad irrefutable, cabe preguntarse entonces: ¿Cómo puede un gobierno controlar a esos medios sin comprometer su fachada de gobierno “democrático”? Un sistema para tratar de reducir a su mínima expresión esos medios “contrarrevolucionarios”, podría ser el de copar los espacios de mayor sintonía televisiva, a través de cadenas oficiales a las cuales, les guste o no, todo el mundo tiene que someterse. Y así, mientras en un país autenticamente democrático, el máximo representante habla en cadena solamente en casos de excepcional emergencia y por pocos minutos, en esos países” autoritarios” o falsamente democráticos, lo hacen con una frecuencia semanal y durante horas .

Otro método podría ser el  de amedrentara los mismos medios tratando de convencer a la opinión pública que disentir de lo que dice el gobierno equivale a conspirar. Y tengan  la plena seguridad que, así como hay una parte de la población que no estará de acuerdo con esta versión oficialista, del mismo modo habrá otra que se lo creerá y, por lo tanto, actuará de consecuencia. Todo esto, por supuesto, no solamente contribuye a dividir drasticamente la opinión pública y,  por ende, al país, sino a intimidar a esos medios, condicionando su información.

A tal propósito el poeta coriano Alí Primera, tristemente manipulado por la izquierda, solía decir que  “es mejor perder el habla que tener miedo de hablar”!…Bonito mensaje!

Desde Italia  –  Paolo Montanari Tigri




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