El historiador del arte, Tatarkiewicz, dice que para los griegos el término poesía significaba hacer. Ellos apreciaban en la poesía dos atributos: su inmaterialidad y el proceso interno de creación. El productor de poesía era más estimable que el constructor de templos o el escultor.
A esta irreductibilidad de la poesía alude Octavio Paz cuando recuerda que la lectura de un poema revela qué es la poesía. Percepción que se rehace con cada lector.
Es desde esta perspectiva que comparto un artículo sobre poetas en Carabobo, sin juicios sobre sus estéticas, sus simbologías, sus imágenes, sus estilos o el ritmo de sus palabras. Son poetas porque crean un mundo desde un verso.
La poesía que surge en Carabobo a partir del Estado que legitima el Congreso Constituyente de 1830, es el eco de corrientes europeas, como el neo-clasicismo y el romanticismo. Pero aquí adquiere la relevante función de contribuir a sustituir guerra por paz y barbarie por civilidad.
Carabobo es región influyente en la formación de nuevos gustos poéticos. En 1830 el porteño José Antonio Maitín con 26 años va a ser artífice del romanticismo venezolano. Se le une luego el valenciano Abigail Lozano.
José Antonio Arvelo Belucche quien como Thoreau, se retira de la ciudad a la vida en su hacienda de Valencia, abandera la poesía agraria, con su poema Campo donde enaltece el valor de lo civil sobre lo militar y la reconstrucción de la agricultura como elemento principal de construcción de la nación. Vicente Gerbasi despliega las puertas a la poesía moderna en Venezuela. Rafael Arvelo a la satírica. Luis Peraza, pionero del teatro lo hace en la poesía humorística.
Históricamente el poder ha sido hostil con los poetas. Durante Castro y Gómez poetas carabobeños fueron objeto de represión. Pocaterra fue enviado al Castillo de Puerto Cabello por haber publicado una lista de candidatos presidenciales. Victor Racamonde, quien incursionó en la poesía erótica popular y en política; muere en 1908 en el Hospital Vargas después de salir de La Rotunda.
León Alfonso Pino en su Valencia en la poesía, editada en 1992, reseña poetas que tuvieron como tema a la Valencia de Venezuela, como titula Pocaterra un poema suyo. Allí figuran, entre otros, Manuel Alcázar, Jacinto Añez, Luis Martín Roche, María Clemencia Camarán, Ana Mercedes Pérez, Otto de Sola, Luis Guevara, Pedro Francisco Lizardo, Felipe Herrera Vial, Alfonso Marín, Beatriz Mendoza Sagarzazu, Leoncio Lucena o Monseñor Henríquez.
Recién caída la dictadura de Pérez Jiménez trascienden en Valencia poetas que se liberan de las medidas silábicas y traen otra imaginación a la poesía: Villaroel Paris, el Catire Carvallo, Teófilo Tortolero, Pepe Barroeta, Angel Ramos Giugni.
También labran ese futuro de la poesía carabobeña Efraín Inaudy Bolívar, José Joaquín Burgos o ya formaban parte de él sin saberlo, Fáber Paéz o poetas de sus comunidades como Tomasa Ochoa o Armindo Goncalvez.
A comienzo de los setenta la fundación de la Revista Poesía marca época. La Universidad creó la revista y ésta recreó la poesía en Carabobo. En el acontecimiento participan Alejandro Oliveros, Reinaldo Pérez Só, Teófilo Tortolero, y Eugenio Montejo. Bajo su alero tomó escena una generación que traía su propio brillo en las palabras: Adhelys Rivero, Carlos Osorio, Enrique Mujica, Carlos Ochoa, José Alberto Angulo, Harry Almeda, Rafael Humberto Ramos Giugni, Carlos Reyes, Alfredo Veloz, Francisco Sevilla. A finales de los setenta en el grupo Talión destacaron Gelindo Casasola y Ramón Elías Pérez.
En las voces del 2000 despuntan Natalia Chourio, Arnaldo Jiménez, LennyMedina, Norys Nicoliello, Sergio Quitral, Rumildo Jiménez, Niddy Calderón, Eustoquio Silva, Hibrahin Alejo y los que necesitan tiempo para ser y aparecer.
Quedan incognitos los que se resistieron a la imprenta de Raúl Clemente como Francisco Contreras, Ely Yépez y el insólito caso de Julio Castillo quien inventó que sus originales los destruyó un incendio en la buhardilla de un amigo gocho en París.
