La Comisión Nacional de Primarias tomó una decisión rápida y –a la luz de hoy- correcta al disponer que las primarias sean autogestionadas, después de la muy conveniente e intencionadarenuncia de los tres integrantes chavistas del directorio del Consejo Nacional Electoral, junto a sus seis suplentes. El sacudón del CNE resultó una movida oportuna para designar un comité de postulaciones 100% rojo y de paso derramar confusión e incertidumbre sobre la gente, en especial sobre laplataforma opositora. Al enterarse de lasrenuncias, se imagina uno que la CNP se preguntaría si las conversas quetuvieron en las últimas semanas en torno al uso de las máquinas, los centros de votación, el registro electoral y demás asuntos de asistencia técnica del CNE tendrían algún valor. Y sin pensarlo mucho, la respuesta es que lo que se acordó, se discutió o se intentó acordar entre el oficialismo electoral y la oposición se quedó en el cajón de los recuerdos. Porque los interlocutores eran otros y ahora habrá que escoger unos nuevos y eso va a tomar tiempo y cuando esté el nuevo CNE se retoma la discusión y de repentellega el 22 de octubre y se acabó lo que se daba.

No se puede invertir tiempo y esfuerzo en hacerle el juego a la maquinaria oficial, y dejar que los plazos se estiren cuando el tiempo se acorta y la gente se impacienta. Pero, y siempre los hay, asumir la postura correcta no significa librarse de obstáculos. Para empezar, se puede decir que el régimen provocó que la CNP se inclinase haciala autogestión, pues era el escenario más probable luego de la renuncia de los tres rectores. Y conociendo a los mandamases, yadebe haber un plan bien elaborado para complicarle la existencia a quienes desean escoger su candidato a las presidenciales de 2024 por su propia cuenta, con un proceso limpio y transparente.

El chavismo es especialista en sabotaje y destrucción. Es lo que sabe hacer, y para muestra basta un país.También maneja muy bien el cuento del gallo pelón, uno de sus modus operandi más frecuentes y quizás de los más efectivos. Lo ha usado en los diálogos, en los relanzamientos de la economía, en las audiencias de los presos políticos; en fin, en cualquier evento que haya que retrasar, sin comprometerse y sin entregar nada, pero manteniendo a la contraparte interesada y pensando que ahora sí va a venir el acuerdo, la solución, el quiebre o el apretón de manos. Con estos antecedentes, nadie debe ilusionarse con que las elecciones primarias, ahora en manos de sus legítimos dueños, vayan a tener un camino franco y libre de huecos y piedras desde aquí hasta octubre, e inclusive después.

Es de esperarse que comiencen a aparecer dificultades e impedimentos para, por ejemplo, montar los centros de votación. Regulaciones que prohíban la permanencia de más de 10 personas juntas en la calle desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche del día 22 de octubre de 2023. Nuevas inhabilitaciones y hostigamiento, en especial a los candidatos mejor posicionados y con menos rechazo. Desprestigio del proceso electoral, a cargo de los altos cargos del gobierno y de los miles de bots que bombardean las redes. Aprobación por la AN2020 de normas específicas para deslegitimar las primarias, sea porque no tuvieron el permiso del CNE o por la ley del mato guatero, que dirían en el oriente venezolano. En fin, las posibilidades de saboteo son infinitas, tantas como los caminos del Señor. Y habrá que estar preparados, con mucha resiliencia, creatividad y coraje.

La aceptación de que habrá dificultades no pretende ser un ejercicio de resignación, derrotismo o mal agüero. Simplemente, con el régimen venezolano no se puede ser complaciente ni creerse que van a dejar a la oposición por la libre para que escoja su candidato en paz y con tranquilidad. No; lo más probable es que venga una buena ración de sangre, sudor y lágrimas, y que el proceso no sea lo ordenado y ejemplar que todos desearíamos. Pero hay que trabajar con lo que hay, y dejar el optimismo para después de las elecciones de 2024. No antes.




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