Yo tengo dos enemigos, como dos puntas tiene el mal: el hombre que pisa al otro y el que se deja pisar! Frente a situaciones tan graves como las que está viviendo la Venezuela chavista, siempre me acuerdo de esa frase que solía decir un gran cantautor argentino, Facundo Cabral, vilmente asesinado en Guatemala : No trates nunca de buscar a quien echarle la culpa, porque el mal, por lo general, tiene dos puntas: el que pisa al otro y el que se deja pisar. Ahora bien, se preguntarán ustedes, ¿porqué hoy me estoy acordando de este viejo proverbio?  Sencillamente porque, tratando de analizar con serenidad lo que esta sucediendo en este desdichado país, un país que está viviendo la crisis más grande de su historia, un país que no ha sabido utilizar la inmensa riqueza de sus recursos petroleros, ni para promover un desarrollo económico alternativo o sea, como decía Uslar Pietri para sembrar el petróleo, ni para vencer la pobreza de millones y millones de personas que han podido contar solamente con efimeras donaciones demagógicas, por otra parte bastante dudosas ultimamente, porque se acabó el dinero, sale natural y comprensible echarle la culpa a esa cuerda de incapaces y corruptos que, desde hace casi veinte años está “mandando” en este país…y esta, sin duda alguna, es una de las dos puntas del mal que está viviendo esta pobre Venezuela  chavista

Sin embargo, en sintonía con este viejo y sabio refrán, existe  la otra punta del mal, la que se deja pisar, casi tan culpable y, por lo tanto tan responsable como la primera, representada por esa vergonzosa y antipatriótica complicidad  de tanta  gente que, parte por interés  –  a nivel marginal gracias a esas limosnas misioneras y a nivel  de las altas esferas a través de un enriquecimiento vergonzoso   –   y parte porque víctima de un profundo lavado cerebral y por ende carente de la hombría necesaria para recapacitar y tomar conciencia de que está equivocada, sigue apoyando a este gobierno.

Pues bien, es evidente que todas esas personas que,  bien sea por interés o porque víctimas de un profundo e incisivo lavado cerebral, siguen apoyando a este gobierno, aún sin haber cometido ningún crimen en forma directa, avalan su comportamiento permitiendo, entre otras cosas, esa injerencia vergonzosa de decenas de miles de cubanos en nuestro territorio y, de hecho, convirtiéndose en “ cómplices” de ese vergonzo atropello.  Y así, gracias a esa triste y antipatriótica complicidad y, por supuesto al control absoluto que siempre ha ejercido este gobierno sobre todas las instituciones, la fracasada revolución cubana, en acto en su país desde hace casi sesenta años, ha adquirido una influencia enorme en Venezuela con todas las consecuencias dramáticas en el aspecto económico, político y social.

En varias oportunidades el Papa Francisco nos ha invitado a no perder la esperanza.

Es por eso que, frente a ese panorama político cada día más dramático y con un profundo amor venezolanista, los invito a esperar que esos señores, segunda punta del mal que afecta a nuestro país, tomen finalmente conciencia de esa “vergonzosa complicidad” y actúen de consecuencia – no pierdan la esperanza  –  decía Winston Churchill, porque nada está perdido…hasta que todo no esté perdido! No se olviden nunca que un sistema “seudo democrático” puede resisitir a la embestida autoritaria solamente si se convierte de una democracia de gente pasiva y renunciataria en una democracia participativa dispuesta a luchar, dentro de los límites de la Constitución, por su auténtica Libertad y por sus sacrosantos derechos. Ahora bien, frente a ese cuadro poco menos que dramático, ese “bravo pueblo” ¿es un pueblo animoso y luchador o más bien es la segunda punta del mal y, por lo tanto, es un pueblo pasivo, condescendiente y sin espiritu de pertenencia? Que cada quien en su propia conciencia se dé una respuesta

Desde Italia- Paolo Montanari Tigri




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