Los venezolanos son las únicas víctimas de la “camorra diplomática” con la que el Presidente Nicolás Maduro maneja las relaciones internacionales, cuando limita el desplazamiento vía aérea al cortar relaciones con Panamá, criticó el coordinador de la Asociación civil Defensa por los Derechos Civiles, Rafael Narváez.
Narváez advirtió que son muchos los afectados por esta decisión del gobierno de Maduro. Solo buscaban un mejor futuro y condiciones de vida superiores a la realidad nacional. “¿Quién les paga o les indemniza a los venezolanos que compraron boletos con líneas aéreas que hacen escala en ese país?. Todo el que decide salir de Venezuela es tratado como una cosa, basura, seres insignificantes cuyos derechos ciudadanos y humanos no valen nada en lo absoluto”.
El activista condenó el silencio del Defensor del pueblo. «Tiene miedo de opinar a favor de las víctimas porque su cargo y estabilidad laboral dependen de arrodillarse y subordinarse a un poder inexistente, como la asamblea nacional constituyente”
También criticó la falta de opinión del fiscal provisorio, Tarek William Saab, sobre un acto arbitrario que debe ser investigado y que dejó a cientos de compatriotas con sus derechos fundamentales vulnerados.
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Según el activista, no le basta a este gobierno con la falta de medicamentos, la hambruna por la falta de productos de la cesta básica, la falta de efectivo y la crisis humanitaria de un pueblo crucificado por la enfermedad del poder del Jefe de Estado, a quien parece no importarle lo que le pase a los ciudadanos.
Narváez pidió reflexión. “No es posible vivir en un pelea continua con la oposición y con los demás países, olvidando por completo que un presidente debe ser conciliador y estar lo más alejado posible de actitudes pendencieras que en nada nos benefician. “¿Qué pasó con el soberano?, el niño mimado del fallecido presidente Chávez. Sólo le dieron más restricciones en materia de Derechos Humanos y limitaciones económicas”.
11A: 16 años de impunidad
Rafael Narváez aseguró que luego de 16 años de los sucesos del 11 de abril de 2002, cuando falleció un número no determinado de personas, se mantienen la impunidad y la prepotencia. «Los poderes tendieron una tiniebla sobre los Derechos Humanos como nunca antes vimos”.
Nota de prensa
