Juegos Olímpicos. / Foto archivo

Martin Fuchs soñaba con celebrar el oro olímpico en el concurso de saltos en Tokio a lomos de su caballo gris Clooney 51 y ver ondear la bandera suiza en la calurosa atmósfera de la capital nipona, pero el jinete deberá ahora esperar un año para ver cumplido este sueño.

Fuchs, de 27 años y que ya compitió en Rio-2016, es otro de los deportistas afectados por el aplazamiento de un año de los Juegos de Tokio como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus.

Actual campeón de Europa de la especialidad y medallista de plata mundial, comenzó el año como número uno de la disciplina, por delante de su compatriota Steve Guerdat, y aspiraba al oro olímpico en Tokio.

Fuchs confía en que su caballo pueda superar el desafío que supone el aplazamiento de los Juegos y mientras llega ese momento disfruta de este tiempo de inactividad, muy diferente al habitual estrés del calendario de competición cargado.

«Obviamente es una decepción porque estaba muy excitado y ansioso por los Juegos este año», declaró a la AFP por teléfono desde su casa en Wangi, Suiza.

«Pero creo que el año próximo Clooney seguirá en buena forma, ya que este año no hará mucho porque no habrá muchas pruebas».

Fuchs proviene de una familia de jinetes cuyo pedigrí alcanza varias generaciones.

Su abuelo fue jinete y su padre Thomas y uno de sus tíos representaron a Suiza en los Juegos Olímpicos. Su tío, Markus Fuchs, ganó la plata en la prueba por equipos en Sídney-2000.

Fuchs admite que el aplazamiento supuso una gran convulsión, pero que no ha afectado a su rutina, en la que monta «cuatro o cinco de mis ocho buenos caballos a diario».

«Tenemos a nuestro equipo y a los mozos de cuadra trabajando», explica. «Muchos días, mi papá aún continúa montando o entrenando saltando obstáculos. La gran diferencia de la vida diaria es que no vamos a los campeonatos».

«No hay torneos, ni negocios o intercambios, pero el trabajo sigue siendo el mismo, sólo que ya no hay ingresos».

Por ello, el jinete suizo, que empezó a competir a los siete años con un pony llamado Cleopatra, ha tenido que tirar de ahorros.

«Está claro que para nosotros es duro el no obtener premios o (dinero) de la compraventa (de caballos). Aunque en los últimos años logramos ahorrar algo de dinero para utilizarlo ahora para pagar cosas», explica.

 «Un paso atrás»

Fuchs, que acabó sexto en el concurso por equipos en Rio y noveno en la competición individual, asegura que pasar tiempo en casa es un placer inhabitual.

La equitación en un deporte que a veces no deja espacio al descanso. El año pasado, por ejemplo, Fuchs estuvo 17 semanas consecutivas en la carretera viajando de un país a otro para competir.

«Un periodo como este es bueno para abrir la mente y pensar en otras cosas además de los caballos», admite el jinete.

«Es bueno dar un paso atrás y disfrutar del tiempo para pasear, leer un libro o hacer un puzzle. Es un momento interesante para pensar en otras cosas».

«Es completamente diferente a lo que uno está acostumbrado a hacer», insiste.

Pese a estos aspectos positivos del parón, Fuchs espera poder volver a algo parecido a la normalidad en las próximas semanas y poder competir en el Rolex Grand Slam de Salto de Obstáculos, en el que aspira a la victoria final tras su triunfo en Ginebra.

Para ello debería imponerse en el Spruce Meadows Masters de Canadá en septiembre y después en Aachen, Alemania, movido de sus fechas originales por la crisis del COVID-19.

Ganar el Grand Slam (que supone una victoria en tres torneos grandes consecutivos) le reportaría un bono de un millón de euros que se añadiría a los premios de cada torneo.

Pero la labor de Fuchs es complicada, ya que en toda la historia sólo un jinete, el británico Scott Brash en 2015, consiguió semejante hazaña.

«Significaría mucho ganar el Rolex Grand Slam venciendo en tres ‘grandes’. Son los eventos más prestigiosos de nuestro deporte», concluye.




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