El techo de la iglesia San Rafael está deteriorado
Cúpula de la iglesia San Rafael. Foto: Dayrí Blanco

El olor a humedad es intenso. Así como el calor que ese ambiente genera cuando el sol se hace sentir. Y basta con ampliar el campo de visión para darse cuenta de lo que pasa en la iglesia San Rafael de La Michelena: el techo está en mal estado.

Del lado derecho es evidente que faltan unos banquitos. Fueron retirados para evitar que se mojaran más con cada lluvia y las grandes goteras que hay en el lugar.

Al mirar hacia arriba de observan varios segmentos de la madera del techo que están deteriorados y amenazan con caerse, poniendo así en riesgo a los 600 fieles que van a misa entre las tres misas de los domingos, y los 40 u 80 que asisten de martes a sábado.

El techo de la iglesia San Rafael está deteriorado
Foto: Dayrí Blanco

El problema es claro: falta de inversión gubernamental en las instalaciones de los templos católicos en la entidad. Ya el techo de la iglesia La Candelaria dio un gran primer aviso al desplomarse parte de su estructura con la lluvia del sábado 5 de junio y aún no han recibido apoyo de las autoridades regionales y municipales.

Desidia que se paga caro

El padre Edwin Jiménez, párroco de San Rafael, detalló que solo se han realizado reparaciones parciales. La última fue hace poco menos de 10 años.

Pero en este momento se requiere el cambio total del manto asfáltico. «El techo es de machihembrado y por eso gran parte de la madera que está expuesta de esta pudriendo«.

Han solicitado presupuestos, pero ninguno es alentador. El más accesible es de cuatro mil 50 dólares, y eso implica el cambio de los 450 metros cuadrados del manto, son incluir lo que representan los daños de la madera.

Ellos han hecho lo que han podido. Además de retirar parte de los asientos donde cae la gran cantidad de agua, colocaron lonas en el techo para tratar de desviar la lluvia y ponen tobos y coletos en el piso para evitar que se mojen más los banquitos.

Mientras tanto, la comunidad se ha organizado para realizar algunas actividades y reunir fondos, entendiendo que no es posible hacer algo macro por la pandemia y, cada domingo, venden pastelitos y desayunos. “Sabemos que eso no es suficiente, pero es hasta donde podemos llegar”.

Es por eso que hacen un sentido llamado a las autoridades, para que apoyen con la reparación y se evite un mal mayor.




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