Este viernes los vecinos del barrio La Luz de Naguanagua salieron a protestar por un bote de aguas negras que las autoridades no han resuelto desde hace cuatro años.
“Dracucloacas” escribieron los manifestantes en un improvisado aviso de seguridad sobre la alcantarilla donde rebosa el agua putrefacta: han pedido ayuda del gobernador Rafael Lacava en reiteradas ocasiones, sin obtener respuestas.
Las tuberías rotas en la calle Valeria del barrio serían la principal causa del bote que cada vez afecta a más vecinos. “Las cloacas entran por las casas y tenemos los inodoros tapados”.
Ante la imposibilidad de utilizar sus propios baños algunos habitantes han optados por hacer sus necesidades fisiológicas en bolsas plásticas y bañarse con tobos de aguas en el frente de sus casas para que el agua corra por el drenaje.
Teresa Sánchez teme enfermarse al limpiar su baño cada vez que las aguas e enegras se desbordan. Hace dos años de no lo utiliza para evitar infecciones y ahora debe salir a su patio, donde su hijo abrió un pozo séptico, cuando siente ganas de orinar. “Hago mis necesidades en un pote, y luego las hecho en el pozo séptico que tuvimos que abrir en mi patio”.
Sarpullidos y náuseas
Lo más difícil para la comunidad es mantenerse saludables. Fátima Riera no sabe qué hacer para controlar las náuseas y las picadas de zancudos. “Se me revuelve el estómago, me dan ganas de vomitar y a veces siento un dolor en la pelvis. Todo por el olor”.
En los brazos y piernas de Fátima un par de ronchas rojizas por picadas la han tenido preocupada, aunque al igual que otros vecinos, no ha podido asistir al médico por falta de recursos. “A penas nos alcanza para medio comer”.
A Rita Cordonez de 81 años los sarpullidos le salen en el cuero cabelludo. Dice que las problemática también ha afectado las tuberías de aguas blancas, porque el agua que sale de su ducha también está contaminada. Su hija y su nieto padecen la misma situación.
Ratas reventadas
El hedor es tan intenso que ni siquiera las ratas lo soportan. Para el barrio encontrar a roedores en estado de descomposición ya se ha vuelto costumbre. “Aquí amanecen las ratas reventadas”.
La molestia general persiste y la indignación es más intensa cada día: ninguna denuncia a los organismos competentes ha sido escuchada. “El consejo comunal brilla por su ausencia. Hemos pedido ayuda a Hidrocentro, a la alcaldía, a la gobernación y nunca tenemos respuestas. Seguimos con las dracucloacas”, reclamó Alí Arias.
Aguas servidas en Gran Valencia
En otros sectores de la Gran Valencia los problemas de aguas negras también perjudican a cientos de ciudadanos. Los habitantes de Las Palmitas llevan toda una década soportando los múltiples botes, que afectan otras comunidades aledañas, como a Flor Amarillo.
Justo Sarmiento pasa todos los días frente al centro deportivo Los Bucares, En plena carretera Güigue Valencia, donde se empoza el agua contaminada. “Viene desde Las Palmitas y llega hasta el Hospital de Bucaral”.
En la avenida Ramírez de Santa Rosa llevan ocho años con el sistema cloacal averiado. En la calle, el ambulatorio Dr. Maniel Barreto Lima también se ve afectado. En la misma parroquia, frente a la popular plaza Santa Rosa, las aguas negras brotan por una tranquila de electricidad. “Esto sucede desde hace dos semanas y nos tiene tan desconcertados como preocupados, porque sabemos lo peligroso que pueden ser la electricidad y el agua juntas”.
