Foto Angel Chacon

En Naguanagua hubo dos protagonistas principales en el escenario de las elecciones municipales del 10 de diciembre: violencia y abstención se hacen llamar. Sus nombres solo generan desazón en quienes lo viven, lo sufren y comienzan a padecer sus consecuencias, aunque para muchos expertos, de oficio o sin él,  ya estaba escrito sin necesidad de contar con poderes videntes.

El candidato de la MUD, Francisco «Pancho» Pérez, resultó agredido por una turba de personas oficialistas,  junto a todo su equipo de prensa, a la salida de la Unidad Educativa Batalla de Bomboná en Bárbula, donde se encontraba realizando un recorrido. En un hecho que pareció sacado de una película de terror con bajo presupuesto, palos y piedras volaron directo al grupo, comandado por el abanderado de ocho partidos políticos de oposición.

Los colectivos a bordo de motos tuvieron un primer plano casi ininterrumpido a lo largo de la jornada. Desde las 10 a.m alrededor de un centenar de ellos acompañó al aspirante del PSUV, Gustavo Gutiérrez, a ejercer su derecho al voto en la U.E Abdon Calderón y cumplieron papel de escoltas improvisados en diversos centros de votación.

Al mediodía en el Centro de Educación Inicial Montalbán de La Cidra, la desesperación se hizo presente cuando con seis horas de retraso el proceso electoral aún no había iniciado. Mientras las personas en cola exigían la habilitación del voto manual en medio de insultos y agresiones al coordinador del centro, el máximo responsable del lugar indicaba que la situación se debía a fallas eléctricas en el sector que originaron averías técnicas.

Avanzada la tarde, en la Escuela José Félix Sosa los encapuchados iniciaron su cruzada de terror y amedrentamiento. A las 4:45 p.m alrededor de 40 individuos llegaron en dos camionetas al centro electoral, una tipo van y otra doble cabina, ambas de color blanco, con una actitud de violencia muy marcada que ocasionó el cierre del sitio bajo la consigna «aquí no vota más nadie porque no nos da la gana». Y así fue, nadie salió ni entró, los guardias se resguardaron y dejaron sin protección a las 80 personas que esperaban en sus colas.

El modus operandi no varió en la Escuela Doctor Lisandro Lecuna minutos después. Testigos del hecho relataron que los antisociales agredieron a personas mayores e incluso mujeres con cabillas y armas de fuego. A eso de las 5:30 se cerraron las rejas por una hora hasta que llegó la Dirección General de Contrainteligencia Militar, momento en el que el grupo vandálico se alejó de la zona.

Al momento de los cierres se confirmó lo que estuvo a simple vista durante el día, la apatía electoral invadió el ambiente del municipio, reflejado en un bajo número de participación en algunos de sus centros de mayor importancia.

En la Escuela Técnica Industrial Simón Bolívar estaban llamados a votar un promedio de ocho mil 600 personas pero lo hicieron mil 923 para una abstención de 78 por ciento.

El Colegio Parroquial Padre Seijas registró una cifra de mil 788 personas que ejercieron su derecho en un padrón de cinco mil 553. Mientras que en el C.E.I Montalbán bajo un turbio contexto desde el comienzo del día, de tres mil 75 ciudadanos en el universo total, solo 836 sugragaron.

La tendencia fue marcada y tuvo otra demostración en el C.E.I Bárbula, el centro nucleado con el Liceo Manuel Antonio Malpica, donde el dato de participación se ubicó en 27 por ciento. Mil 496 de cinco mil 547 electores fueron los números exactos.

La pregunta que más se escuchó en los recorridos de la jornada fue «¿dónde está el punto rojo?» casi siempre acompañada de un carnet de la patria en mano y la esperanza de nuevas promesas por cumplir, como la trama de nunca acabar en el filme moderno del venezolano. Así cerró el telón.




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