La pandemia del CODIV-19, con sus cuarentenas, cierre de empresas, reducción de empleos, cierre de colegios y otras actividades, ha incrementado la violencia intrafamiliar en América Latina: Mayor tensión, más personas en espacios pequeños, más utilización de sótanos reducidos, no terminados o sucios, con desprotección social, física, psíquica y legal femenina, de niñas y niños, que obligan a la mujer a volver a casa con más tiempo para que sus abusadores y violadores planifiquen y cumplan sus amenazas, y con menos tiempo para recibir servicios de apoyo o ayuda de la comunidad, o de los servicios sociales de los gobiernos.

Antes de que nos llenáramos de cuarentenas, las mujeres por si solas, hacían de tres a cuatro veces más tareas domésticas que los hombres en América Latina. Con la educación en línea, a través del auxilio de Internet y las computadoras como recursos educativos suplentes en casa, las mujeres están ahora mucho más dedicadas que antes en las tareas domésticas y en el cuidado de niños, corren, además, más riesgos de perder sus empleos, y están más bajo presiones diversas de sus parejas que permanecen mucho más tiempo en la casa.

Cierre de empresas, menos trabajo, pérdida de empleos, aun pequeños, incertidumbre económica y aumento del desempleo significan para la mujer, y aun para el hombre, estrés, ansiedad, incluso miedos, que promueven la tensión y violencia, extrema a veces, en el escenario del hogar. Estas condiciones son mayormente negativas cuando son menores los recursos económicos, el nivel educacional y el futuro inmediato amenazante.

¡La otra «pandemia» CODIV-19 del año 2020, a manera chistosa, pero de  chiste muy serio, es la ‘violencia familiar’; esa poderosa presión física, psicológica y social, que puede instalarse en nuestro hogar, o en cualquier hogar, y que una vez activada permanece en amenaza durante las veinticuatro horas del día, con acumulación de efectos negativos, y aun mortales. Es casi como si estuviésemos presos, sometidos por tensiones y fuerzas que no vemos, pero que sentimos y sufrimos en medio de la ansiedad y los temores. Es como estar  cargados de ansiedad, y atemorizados en nuestros reducidos y ultra agitados hogares. La ‘violencia familiar’ ocurre mayormente en hogares de bajos recursos, en gente con sus esperanzas cansadas y su animo decaído. Es la acumulación de limitaciones y la suma de la desprotección. Las víctimas de la ‘violencia familiar’ (o doméstica) están atrapadas bajo el poderoso dominio de esa “pandemia” que nosotros podemos crear. Ellos y ellas, niños y niñas, pensamos, no escogieron vivir en esas desgraciadas circunstancias…!

Los efectos de la violencia intrafamiliar, mayormente femenina e infantil, pueden no ser mortales y sólo causar lesiones físicas, con cortes menores y equimosis (golpes, moretones), o hasta discapacidad crónica o problemas de salud mental, pero una parte puede llegar a ser mortal. ¡Veremos como finaliza este año 2020!




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