Es un hecho irrefutabile que, después de la aplastante victoria lograda en las elecciones parlamentarias del 2015 y hasta con mayoría calificada (!), la oposición en Venezuela haya perdido el rumbo. Es probable que el país entero – es una suposición la mía – comenzando por los mismos parlamentarios electos, haya creído que el gobierno de Maduro estaba praticamente derrotado. Craso error porque esos señores han demostrado que no creen en la alternancia democrática ni en la Constitución vigente.
De no ser así, se hubiera realizado el referendo revocatorio y el gobierno no hubiese inhabilitado la recién electa Asamblea Nacional, sacrosanta e inequívoca representante de la voluntad popular. A estas alturas yo no quiero caer en la tentación de buscar a quien echarle la culpa por lo que ha sucedido y por lo que está sucediendo, pero creo que muy probablemente las personas escogidas por la misma Asamblea Nacional para enfrentar el problema, no hayan sido las más apropiadas.
Hay momentos en la vida en los cuales hay que saber tomar decisiones anteponiendo el bien del país a nuestros intereses y en este momento el interés prioritario en Venezuela es relevar y por la via democrática, al gobierno existente que ha llevado al país a vivir uno de los momentos más complicados de toda su historia…y sin duda alguna, las personas escogidas por los diputados electos para contraponerse al autoritarismo chavista no han sido las más adecuadas o no han tenido el guáramo suficiente para hacerlo.
Permitir, por ejemplo, que el gobierno nacional declarara en desacato a la Asamblea Nacional ha sido imperdonabile y aceptar pasivamente que se eligiera una asamblea nacional constituyente completamente abusiva y que se aplazara la fecha de las elecciones regionales, ha sido una rendición incondicionada.
Ahora bien, es indiscutibile que, frente a ese cuadro dramático que vive el país y en todos los sentidos, ese comportamiento ambiguo de esos “representantes”, supuestos líderes de la oposición ha contribuido notablemente a crear desinterés y apatía en los electores pero hay que reaccionar con un profundo espíritu de pertenencia para nuestro país porque …el 2018 es el año del desafío! Con la poca claridad que desde siempre ha caracterizado su manera de ser, este CNE y, por ende el gobierno, todavía no ha fijado la fecha de las elecciones presidenciales pero estoy firmemente convencido que, de lograrse la escogencia de un candidato único a través de unas elecciones primarias – y no veo porque no se pueda lograr – y presentando un serio y responsable programa de gobierno, se puede lanzar ese desafío con amplias posibilidades de victoria…y esto el gobierno lo sabe… por eso tiene miedo!
Sin duda alguna todos los sectores de la vida nacional repudian el gobierno y esperan su inmediata salida. El problema es que esos “señores” que están mandando no han tomado conciencia de que pretender mantenerse en el poder a como de lugar, dando legitimidad a la “asamblea nacional constituyente comunal” para que redacte una nueva constitución y establezca un estado socialista, propuesta abiertamente rechazada por el pueblo en el 2007, lo único que haría sería agravar la ya inmensa tragedia que está viviendo nuestra Venezuela. ¿Vale la pena? La respuesta la tiene el soberano!
Desde Italia