Aunque, en consideración a la terrible crisis humanitaria que el país padece, en EL IMPULSO hemos decidido darle prioridad editorial todo este tiempo a la falta de alimentos y medicinas, y a las carencias básicas de los más diversos sectores de la vida nacional, hoy nos vemos precisados a informar responsablemente a los lectores, y a los venezolanos en general, acerca del riesgo que otra vez afrontamos, de interrumpir nuestra circulación, en los próximos días.
Esta situación, como se ha expuesto antes, está presente desde que el Gobierno decidiera controlar la importación y distribución del papel periódico, a través de la Corporación Editorial Alfredo Maneiro (CEAM). Aparte de que la experiencia da cuenta de lo nefasto que eso ha resultado en lo concerniente a otros rubros, es fácil comprender lo delicado, y hasta peligroso, en que redunda tal dependencia de los medios de comunicación, respecto al sector oficial, en tiempos de crispación social, polarización política e inestabilidad institucional.
Los trámites burocráticos para la provisión del papel nos han sumido, a todos en esta casa, en un estado de incertidumbre constante, angustioso. Ahora mismo, cercana como está la fecha del aniversario número 113 de la fundación, no sabemos a ciencia cierta hasta cuándo podremos estirar las pocas bobinas que conforman nuestra menguada existencia. Y si estas páginas han podido salir impresas de los talleres, es gracias a ahorros y sacrificios, casi siempre dolorosos, así como al préstamo de alguna empresa periodística amiga, ante la cual se asume, por lo demás, el compromiso de la reposición inmediata.