¡La libertad no existe fuera de nosotros, es un sentimiento totalmente interior! Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro puro. Cuando hablamos de cadenas nos referimos, en metáfora, a todo lo que obstaculice o nos impida el disfrute de la libertad. Y esa condición existencial tan apreciada, la libertad, es una necesidad humana fundamental. Son conocidas las historias dramáticas de gente que ha estado privada de libertad, y que narran el sufrimiento vivido en las condiciones extremas de las prisiones.

La incomunicación total parece ser el peor castigo que pueda experimentar un prisionero. El aislamiento social con privación de la libertad en una persona inicia, muy pronto, un proceso de degradación de sus cualidades humanas básicas, con efectos tan dramáticos como llegarse a la pérdida del sentido del tiempo y del lugar donde se encuentre. El extremo del aislamiento, puede hacer que la persona no reconozca en qué semana o año vive, o qué es el sitio en que se encuentra, y se presenta incoherencia del pensamiento (confusión).

Es tan poderoso el efecto del aislamiento extendido, que una conversación sencilla y comprensible, puede llegar a hacerse imposible y angustiante de proseguir. Puede perderse el propio sentido de identidad (no saber quién es), o la identidad de las personas a quienes dirigimos la palabra. El aislamiento total es un castigo muy severo, con daños psicológicos y sociales tan degenerativos, que resultan irreversibles en muchos casos. Esto explica por qué los regímenes autocráticos tienen tanta preferencia por la aplicación de estas formas extremas de aislamiento de los sometidos a la privación de la libertad…

Algunos prisioneros prefieren los más duros castigos, antes que perder la comunicación con las personas del pesado ambiente social de la prisión, o con los compañeros de celda, con las visitas, o con los mismos carceleros. Es frecuente que los prisioneros originen pleitos entre ellos, o causen daños, para conseguir el beneficio emocional de ser tomados en cuenta, aun conscientes de los fuertes castigos que vendrán después. Se busca el castigo con premeditación, porque así el humillado prisionero entra en contacto con personas, aun cuando sean sus propios presidiarios. Comunicarnos con el mundo exterior es vital para mantener la seguridad y plenitud de muchas funciones humanas.

Es en el medio exterior, pleno de libertades, rico en información, estimulante en contactos, en aventuras y diversidad, donde logramos darle continuidad a una vida integral y armoniosa, con los beneficios de la amistad y el amor, con amigos, familiares y nuestra pareja. Con libertad para expresar los sentimientos, las ideologías, las emociones. Tomemos en cuenta que los seres humanos somos seres vinculares, que necesitamos relacionarnos con las personas, y que, rápidamente, podemos entrar en ansiedad, en soledad y en estrés, cuando el aislamiento es extremo y constante… Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.

Woodrow Wilson (1856-1924), político y jurista norteamericano, llegó a decir que “la historia de la libertad es la de la lucha por limitar el poder del gobierno”.




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