Gerazano pertenece al Frente de Víctimas contra la Represión. (Foto Wilfredo Hernández)

Ana Rodríguez Brazón | arodriguez@el-carabobeno.com

Nayleh Gerazano todavía no puede creer que su hijo esté privado de libertad en un calabozo de la Policía de Carabobo, en la calle Navas Spínola. Desde el 5 de mayo siente impotencia al saber que uniformados de la Guardia Nacional Bolivariana le dispararon a quemarropa a Andrés León cuando caminaba por Tazajal, a donde iba a buscarla.

La dama, quien pertenece al Frente de Víctimas contra la Represión, afirma que el teniente coronel Frank Osuna fue quien hirió a su hijo, que al ver la tanqueta colgó el teléfono y corrió para no ser alcanzado. “Osuna, en su ensañamiento contra los estudiantes, le disparó a mi hijo. Andrés logró forcejear con el arma del teniente y desviarle la puntería, por eso los perdigones cayeron en su espalda”.

Por protestar, León es el único estudiante preso en Carabobo, paradójicamente, nunca ha salido a manifestar, ya pasaron los 45 días reglamentarios. Aunque ha perdido ocho kilos, el pasado martes se sumó a la huelga de hambre que iniciaron los presos en ese recinto, en demanda de beneficios.

La mamá de Andrés, estudiante del primer año de derecho, trabaja decorando uñas. Ese día estaba en la casa de una cliente en Tazajal y al darse cuenta de los disturbios, que terminaron con 18 detenidos, llamó a su hijo para que la buscara. Andrés caminaba cerca del parque de atracciones del sector, cuando fue sorprendido por la tanqueta mientras conversaba por teléfono con su mamá. Colgó, corrió, perdió el teléfono y en un abrir y cerrar de ojos estaba dentro de la tanqueta donde fue golpeado en la boca hasta que le rompieron un diente.

El joven fue trasladado al Destacamento 24 y esperó día y medio para que lo llevaran al Hospital Metropolitano. La fiebre, el vómito y las heridas no conmovieron a los uniformados que, por el contrario, presuntamente lo amarraron a un aire acondicionado y lo golpearon con un bate, según Gerazano. “Le rompieron una costilla y allí fue cuando lo trasladaron”.

El 13 de mayo, recluido en el hospital y débil por una infección de la que aún no se cura, se realizó la audiencia en la que se decidió su privativa de libertad.

Las condiciones en el calabozo no son adecuadas. Andrés está en una pequeña celda que comparte con unas 30 personas y todos los días le dicen que lo llevarán al Penal de Tocuyito.

“Los policías meten la mano en la comida y luego se la entregan. Me pide bolsas de hielo para refrescarse por el calor”, dijo Gerazano. Exigió la audiencia para su hijo, pero no emitió comentarios sobre el sistema judicial.




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