En Valencia hay 114 estaciones que no se respetan. (Foto Archivo/El Carabobeño)

Luis Felipe Hernández

¡Déjeme dónde pueda!, grita Gabriela Palomino desde el último asiento de la unidad Encava que Antonio Paulino conduce a toda velocidad al son de Bachata Éxitos, su disco favorito. El ciudadano que utiliza el transporte público urbano vive diariamente escenas como esta. La comodidad y necesidad son un eco de la desidia: paradas y rutas están por doquier.

Valencia es una urbe donde Gabrielas y Antonios actúan al margen de la ley. La directora de Transporte Público Urbano del Iamtt (Instituto Autónomo Municipal de Transporte Terrestre) Yamileth Solarino, informa que en el municipio hay 114 paradas pero desconoce cuántas hay ilegales. Están en sitios inhóspitos y pocos planificados como esquinas, aceras, calles, semáforos e incluso autopistas. Los transportistas aceptan las órdenes del pasajero. Cualquiera sabe el significado de “la parada” porque es su grito diario cuando se dirige hacia un destino.

Algunos sostienen que se trata de comodidad, otros de necesidad. El problema es visible: desorden en el sistema de paradas y rutas. El sociólogo Pavel Oropeza argumenta que el fenómeno se debe a la falta de educación en comportamiento social que el Estado no ha propiciado. “No ha estructurado y conformado un ser social en los últimos cien años. Nos ha dejado un ser desapegado en normas elementales de la convivencia”, agrega.

Ausencia de autoridad

La carencia de funcionarios deja a la deriva las vías del país. Una fuente cercana de la coordinación de Tránsito Terrestre del Estado Carabobo indica que la región tiene solo 60 uniformados. El resto emigró hasta el 2013 a la PNB (Policía Nacional Bolivariana). Fueron más de 4 mil en el país. Desde ese entonces deben recibir también denuncias, investigar los siniestros y multar a infractores. “La escasez es en todo el país”.

No es diaria la presencia de funcionarios del Iammt, institución de la Alcaldía de Valencia responsable de regular paradas. Cuando ellos están, los ciudadanos se ven obligados a utilizarlas y sin embargo hay quienes esperan los autobuses en cualquier lugar. Una de las más concurridas se encuentra en la avenida Cedeño, frente a la estación norte del metro. Solarino informa que el municipio tiene solo 40 uniformados de esta organización.

En la Autopista Sur, a la altura del puente El Ahorcado, El Boquete, Puente Santa Rosa y Michelena, puede observarse, en cualquier día, cómo pasajeros se bajan de las unidades a pesar de que se encuentran en un lugar no apto para ese uso. El artículo 292 del Reglamento del Tránsito Terrestre, dice: Queda prohibido a peatones ofrecerse como pasajero en autopistas, estaciones de peaje y cualquier otra área que no esté diseñada para ello.

Helen Fernández vive en Naguanagua y espera un autobús en una parada del municipio. Confiesa sentir miedo por estar allí porque en el 2013 una mujer que se encontraba como ella fue arrollada por una Encava. “Hasta en paradas hay peligro”.

Un largo viaje

En la Gran Valencia hay 120 rutas, informa el presidente del Sindicato del Transport en Carabobo, Adolfo Alfonso. Las más largas tienen una prolongación de 16 kilómetros aproximadamente. Lo que equivale la distancia entre Naguanagua y Valencia. Hasta más de una hora puede durar cada viaje. Al día se completan cinco.

Usuarios denuncian violación de itinerarios debido a que transportistas buscan cualquier forma de ganar tiempo. Mientras más haya mayor dinero obtendrán. Alfonso lo reconoce pero insta al Iamtt a actuar al respecto. Fingen presentar una falla mecánica o simplemente les piden a los pasajeros “pasarse a otra camioneta”.

Génesis Mancebo estudia en San Diego. Vive en Lomas de Funval, al sur de Valencia. Sale de clases al mediodía. El camino del retorno es largo: hasta dos horas para llegar a su casa. “El viaje es estresante”, se queja.

Medidas sin cumplir

Las alcaldías de diferentes municipios se han pronunciado al respecto. En el 2013 Valencia había prohibido a conductores “impedir el tránsito”, de lo contrario serían suspendidos por tres días. Naguanagua no se ha quedado atrás, Feo La Cruz en ese mismo año sentenció que los transportistas no podían descargar pasajeros en lugares no aptos. Puerto Cabello anunció recientemente que será multado con 50 unidades tributarias quien irrespete las paradas.

Aun así, el problema se ha acentuado en el transcurso de los años. La desidia tiene más voz que la misma ley.

En búsqueda de una solución

La inconsciencia parece expandirse en el accionar de choferes. La Alcaldía de Valencia, fundaciones y el Estado acarician la idea de educarlos. Al menos en la capital carabobeña, desde marzo hasta diciembre del año pasado se han dictado 21 talleres de manejo defensivo y seguridad vial que constaron de tópicos como normas de tránsito, adversidades del clima, situaciones inesperadas.

Más de 500 conductores han participado, informó Maritza Márquez, coordinadora de capacitación de la Fundación Integral para la Educación Vial (FIEV) aunque en Carabobo trabajan aproximadamente 10 mil. Se espera que se sumen más choferes y hacer los trayectos a través de la ciudad en autobús una experiencia más segura.

Proyecto Val-Bus

El arquitecto urbanista Daniel Mendoza fue el director de urbanismo en la alcaldía de Francisco Cabrera (1994). Él explica que la gestión de ese entonces desarrolló un sistema de transporte diferente al que hoy conocemos. “Se llamaba Val-Bus. Contaba con un sistema GPS y con cámara de vigilancia. Acompañaba las estaciones del metro con sus respectivas paradas y rutas de norte a sur en la ciudad”.

Los pasajeros no tenían que pagar en efectivo sino con una tarjeta. “No iba a haber dinero de por medio. La inseguridad que hay en las unidades hoy en día se debe a eso, nosotros pensamos que con un sistema prepago se reducirían las posibilidades de un robo”.

Propuestas en pro de un mejor tranpsporte público hay. La voluntad política no parece interesarse en el tema. La velocidad de un avance hacia la modernidad es lenta. Mientras tanto, usuarios deben lidiar con ello.




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