La necesidad ha provocado que los presupuestos familiares hayan sufrido una distorsión. (Foto Andrews Abreu)

Dayrí Blanco

Luis Pacheco debate su propio dilema frente a un anaquel. Con una lata de mantequilla importada en su mano derecha, usa la izquierda para contar lo que le faltaría para poder comprar el pollo, que solo en un frigorífico cercano a su casa logró conseguir. La escasez tiene un precio caro. Se paga más de 200% por encima de la regulación establecida por productos que tienen hasta cuatro meses ausentes en las exhibiciones de supermercados.

Tras varios minutos de reflexión, Pacheco decidió llevar en 200 bolívares el sustituto de la margarita que usualmente adquiría en 16 bolívares, y trataría de pedir una pieza de pollo que no pasara de los dos kilos. Cada uno lo ofrecen a 160 bolívares, más de 240% de los 46 bolívares que establece la ley.

La necesidad ha provocado que los presupuestos familiares hayan sufrido una distorsión. En casa de Otilia Freites el servicio de televisión por cable lo suspenden con dos facturas vencidas, eso le permite cancelarlo de forma bimestral y poder tener un poco más de liquidez para poder costear la lista de alimentos escasos, como la carne, con cuatro meses desaparecida de los supermercados y que se consigue en 300 bolívares el kilo en mercados populares.

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