Cristhopher Borrero

Todos caminan rápido, miran a cada tanto hacia las esquinas y sus mentes no descansan. Carla Escalona, estudiante de comunicación social, así lo vive. Diariamente tiene que abordar unos ocho autobuses para llegar a las aulas de clases, pero un estado de ansiedad y excitación la embarga. Tiene miedo a que en cualquier momento forme parte de las estadísticas de inseguridad en el país. A 206 años de la Batalla de La Victoria, la juventud venezolana conmemora su día con otro tipo de batalla.   

Escalona es cauta. Antes de salir deja sus objetos de valor en casa, lleva consigo solo el dinero necesario y esconde en la pretina del pantalón su teléfono. Tampoco se arregla demasiado, quiere pasar desapercibida y llegar sana a su destino. “Todos tenemos miedo. Incluso para salir a disfrutar. Uno puede creer que si sale en carro particular los riesgos se reducen, pero siempre tendrás la zozobra de que te pueden abrir el carro, quitarte la batería o desmontar tus cauchos”, reveló. 

El rugir de las motos es una señal de alarma para la joven. A sus 21 años ha sido asaltada en cuatro oportunidades, sus victimarios siempre han sido motorizados.    

José Moreno, investigador criminal y consultor de seguridad, explicó que en la nación cada minuto dos personas son atracadas. Según el modus operandis más del 85% de los delitos violentos, como robo, arrebatón y sicariato, son cometidos por delincuentes en moto, detalló. 

Los datos objetivos son los que siguen, en Venezuela cada hora dos ciudadanos son secuestrados y cuatro vehículos son robados. Cada dos horas cinco venezolanos son asesinados en la calle, precisó Moreno. “Hay sobradas razones para temer”, apuntó. 

Carabobo cerró enero con 206 homicidios y el país es el segundo más violento en Latinoamérica, según el balance de homicidios del Observatorio Venezolano de Violencia, con un promedio de 90 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. 

Reclaman Oportunidades

El país está turbio y tenso, lo más importante que puede legarle a la juventud son las oportunidades, consideró Esther Campos, estudiante de derecho. “Lo esencial es que el país te prometa como joven un futuro más o menos decente. Hoy día tengo miedo a perder la vida de forma literal y metafórica, porque estamos sobreviviendo pero me aterra estancarme y no seguir subiendo”, confesó. 




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