EFE

En una
persona que va a padecer alzhéimer los primeros síntomas pueden retrasarse
hasta una década, de ahí la importancia de establecer
una escala de riesgo genético que permita determinar qué individuos tienen más
probabilidad de desarrollar esta enfermedad
, incluso entre los más jóvenes.

Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por la doctora Elizabeth
C. Mormino, del Hospital General de Massachusetts (Charleston, EEUU), y que se
publica en la revista Neurology.

En una nota de prensa de la Academia Americana de Neurología, esta
investigadora señala que actualmente los ensayos clínicos se enfocan en
estudiar si las terapias pueden reducir el declive de memoria y pensamiento en
pacientes con riesgo de padecer la enfermedad, por eso es crítico entender la influencia de los factores de riesgo antes de la
aparición de estos síntomas
.

En este trabajo, los científicos diseñaron una escala de riesgo -con puntuación
numérica- con las variantes genéticas vinculadas a desarrollar alzhéimer y con
los síntomas relacionados con la enfermedad.

Para ello, hicieron análisis en dos grupos. En el primero, usaron datos de 166 personas con demencia y 1.026 que no la padecen,
con una media de edad de 75 años, con el objetivo de evaluar si una persona
presenta o no variantes de los genes de alto riesgo a padecer alzhéimer.

A continuación, buscaron otros determinantes: deterioro cognitivo, progresión
clínica de la enfermedad y volumen del hipocampo (la región del cerebro que
constituye el centro de la memoria).

Los investigadores también analizaron
datos de individuos más jóvenes, 1.322 participantes sanos de edades entre los
18 y los 35 años
, en los que identificaron la relación entre el volumen del
hipocampo y el riesgo a padecer alzhéimer establecido previamente en la escala.

Entre otras conclusiones, este estudio señala que en jóvenes el valor de riesgo más alto estaba ligado a un menor volumen
de hipocampo.

Además, durante los tres años de duración del estudio, la puntuación más alta
se asoció a un mayor deterioro de la memoria y de la función ejecutiva y a una
progresión clínica de la enfermedad.

«Nuestro estudio es pequeño y habría que incluir a un mayor número de
participantes para confirmar nuestros hallazgos», concluyó Mormino, quien
subrayó que el objetivo es ayudar a los
médicos a identificar mejor a aquellos con alto riesgo de demencia
para que
los tratamientos preventivos puedan empezar a usarse lo antes posible.




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