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AFP

Los rebeldes chiitas hutíes y sus aliados se hicieron el jueves con el control del palacio presidencial de Adén, en el sur de Yemen, último símbolo del Estado, infligiendo un duro golpe a Arabia Saudí, que desde hace ocho días lanza bombardeos aéreos contra las milicias apoyadas por Irán.

«Decenas de milicianos hutíes y sus aliados, llegados en blindados de transporte de tropas acaban de entrar en el palacio presidencial Al Maachiq», declaró a la AFP un alto responsable de las fuerzas de seguridad que fue testigo del asalto de los rebeldes.

Los rebeldes encontraron una fuerte resistencia de los llamados «comités populares», paramilitares favorables al presidente Hadi, que intentaban desalojar el complejo, un conjunto de edificios situados en lo alto de una colina que desciende abruptamente sobre el mar.

Allí solo se puede acceder por una carretera tortuosa desde el centro del barrio de Crater.

Hacia 4:30 p.m. hora local, un miembro de los «comités populares» afirmó que en el interior del complejo había «violentos combates», evocando disparos de cañón.

La toma del palacio se producía en el octavo día de campaña aérea de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí, que juró acabar con los rebeldes hutíes, apoyados por Irán, que controlan ya la capital Saná y varias provincias de Yemen.

El asalto final llegaba después de duros enfrentamientos entre los rebeldes chiitas y los partidarios del presidente yemení Abd Rabo Mansur Hadi,en los que murieron al menos 44 personas, según un balance que incorpora las cifras aportadas por las autoridades médicas a los datos de militares.

Daños colaterales

El palacio ya sufrió dos ataques aéreos en marzo, atribuidas a los hutíes, cuando el presidente Hadi todavía se encontraba dentro. Finalmente, se refugió en Arabia Saudí el 26 de marzo, el mismo día que comenzaron los bombardeos de la coalición liderada por Riad.

Pese a que, según la coalición, se ha impuesto un estricto bloqueo marítimo en Yemen, militares fieles al expresidente Ali Abdalá Saleh y aliados de los hutíes llegaron al puerto de Adén este jueves con refuerzos.

«Puedo confirmar (que los elementos que han desembarcado en Adén) no son fuerzas especiales saudíes», declaró a la AFP un consejero saudí que prefirió mantenerse bajo anonimato. Se trata de «fuerzas especiales yemeníes leales» al expresidente Saleh, añadió.

Según un diplomático occidental en Riad, los rebeldes «mantienen la presión sobre Adén, que es el punto débil de la estrategia saudí», ya que, según él, las fuerzas proHadi están desorganizadas en la ciudad.

Con esta operación, Riad pretende frenar la «influencia» del Irán chiita (que apoya a los hutíes) en la región.

Pero los numerosos bombardeos de la coalición no solo están golpeando a los rebeldes: también están provocando numerosos «daños colaterales» que empiezan a ser motivo de críticas.

Los muertos y heridos civiles se cuentan por centenares desde el inicio el 26 de marzo de la campaña militar árabe llamada «Tormenta firme» y coordinada por Riad.

Al Qaida en acción

La ONG Acción contra el hambre llamó a la comunidad internacional a «reconocer la crisis humanitaria» en el país, para la que se hace necesaria una asistencia «masiva».

Aprovechando el caos reinante en Yemen, Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) inició el jueves antes del alba una operación de envergadura en Mukalla, capital de provincia de Hadramut, no lejos de Adén.

Sus combatientes atacaron la prisión central de la ciudad y liberaron a más de 300 detenidos, entre ellos uno de sus jefes, Jaled Batarfi, encarcelado desde hacía más de cuatro años, indicó a la AFP una fuente de seguridad.

Un tiroteo posterior al ataque se saldó con la muerte de dos guardias de prisión y de cinco detenidos.

Los insurgentes de Al Qaida atacaron asimismo varios edificios públicos en Mukalla y hubo enfrentamientos en el puerto, alrededor de un palacio presidencial, del Banco Central y de locales de servicios de inteligencia, indicaron fuentes de seguridad.

También en el sur, en la provincia de Dhaleh, el miércoles se producía un incidente revelador del carácter tribal de la sociedad yemení.

Ante la intensidad de los bombardeos de la coalición, un oficial aliado de los hutíes llamó a sus soldados a deponer las armas. Los milicianos los persiguieron y mataron a al menos a 40 de ellos.




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