Creo recordar que en Venezuela lo comenzaron Aristóbulo Istúriz y William Lara, pero ya era moda mundial, y fue consagrado en la Constitución que en Venezuela no hay solamente “ciudadanos”, sino también “ciudadanas”, pero no dice nada de eso que ahora denominan “L.G.T.B.I”, que abarca a quienes no son venezolanos ni venezolanas, y tampoco extranjeros o extranjeras.

En un video, recientemente subido a las redes, aparece Jorge Rodríguez pidiendo a “los diputados, las diputadas y les diputades que estén de acuerdo, que levanten la mano”, para aprobar un documento donde sale a la luz que la totalidad de esa simulación de poder legislativo descubre y aprueba que todos los géneros son iguales. Todo un alarde de hipocresía y politiquería barata, mientras se establecen pactos de cooperación y relaciones comerciales con un país donde apedrean a las mujeres que no llevan un pañuelo en la cabeza, y les prohíben el ingreso a las universidades y el ejercicio de deportes.

El tema puede parecerle trivial al lector, y no debería pasar de una ridiculez más de quienes olvidan que las mujeres paren y los hombres no, y que para resolver los escrúpulos con los cuales se niegan a pensar que cuando decimos, por ejemplo, “el hombre es un ser racional” es que estamos abarcando ambos sexos y no dando a entender que la mujer no lo es. También podemos decir “las personas que estén de acuerdo que levanten la mano” y ya sabemos que, aunque anteponemos el artículo “las” no estamos excluyendo a los hombres. Lo demás son ganas de enredar las cosas y de gastar tinta.

La situación llega al extremo de oír a Maduro afirmar que deberíamos decir, “los millones y las millonas” en uno de sus desvaríos televisados, hablando de un tema para él totalmente desconocido: el de las finanzas. Por mucho que me esfuerzo, no alcanzo a vislumbrar alguna oquedad o más bien una protuberancia en una moneda, como para determinar si es hembra o macho. En fin, si es moneda o monedo. Semejante afirmación no solamente raya en la estupidez, sino que salta la valla y nos distrae de lo esencial: que esos millones y “millonas” desaparecieron hace tiempo: billetes, bonos y lingotes de oro fueron convertidos en palacios a orillas del lago Como en Italia, o en lujosos condominios en
Miami, Montecarlo o Qatar, lujosos aviones (no avionetas), yates transoceánicos y ropa de marca.

O matrículas en la Sorbona. Los números no tienen sexo Pero, por más que nos esforcemos con fórmulas “incluyentes” absurdas, seguimos siendo machistas: en una reciente encuesta realizada en Alemania, a la tercera parte de los hombres jóvenes les parece “aceptable” una cierta violencia contra la pareja. Es que, a pesar de todos los esfuerzos de los
activistas de la igualdad de género, no pocos siguen siendo machistas a la hora de calificar a los candidatos, candidatas y candidates a desplazar a Maduro de “la silla”.

Y pareciera que en el caso de María Corina Machado, no importa que la candidata haya demostrado tener más coraje que muchos de sus competidores varones, mayor claridad en sus planteamientos libres de intenciones ocultas, y valor para encarar las agresiones de los pocos chavistas que, como matones a sueldo, intentan sabotear sus acercamientos a todos los venezolanos. Lo cual se suma a las zancadillas y publicaciones falsas donde le inventan a cualquier competidor político desde una simple aventurilla amorosa hasta una operación de lavado de dinero y tráfico de drogas. Pero con ella, nada eso hace falta: basta que sea mujer.




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