El Fondo Nacional Suizo (FNS) anunció el 11 de enero el descubrimiento por parte del arqueólogo helvético Gino Caspari de la tumba, completamente preservada, de un príncipe escita en el corazón de una zona pantanosa en la república rusa de Touva.

El hallazgo comprende una de las tumbas más grandes y más antiguas del sur de Siberia perteneciente a los escitas, que además se cree podría albergar tesoros en buen estado de conservación.

Los escitas constituyeron, desde el primer milenio antes de Cristo, un imperio instalado en las estepas de Eurasia del que se ha sabido gracias a sus sepulturas: los kurganes.

Financiado por el FNS, Caspari descubrió una estructura circular en el valle Ujuk a través de imágenes satelitales de alta resolución.

Una primera excavación de prueba efectuada el verano pasado por científicos de la Universidad de Berna, en colaboración con la Academia de Ciencias de Rusia y del Museo del Hermitage de San Petersburgo confirmó su hipótesis.

Las vigas de madera encontradas por Caspari en las excavaciones de prueba fechan del siglo IX a.C., más antiguas que otras tumbas similares descubiertas anteriormente que se enmarcan entre los siglos IX y VIII a.C.

«Nos encontramos ante una gran oportunidad», dijo Caspari sobre los resultados de la excavación preliminar.

«Desde la década de los años 70 los métodos arqueológicos se han afinado considerablemente. Hoy tenemos mejores oportunidades para examinar el material y aprender sobre la transición de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro», sostuvo.

El túmulo de Arzan 0 -así es como se denomina el hallazgo- es inaccesible pues se encuentra en medio de una zona pantanosa y a cinco horas en coche de la localidad más próxima, lo que también lo protege de los ladrones de tumbas.

Además, el arqueólogo considera que las condiciones meteorológicas y geográficas de la zona son idóneas para la conservación de la tumba y su contenido.

«En el valle de Ujuk, una capa permanente de hielo comienza unos pocos metros por debajo de la superficie del suelo y, además, la gruesa capa de piedra que protege el túmulo impide que los rayos del sol descongelen el suelo», explica Caspari.

«Así pues, se forma una lente de hielo incluso por debajo de los túmulos que evita la descomposición de la materia orgánica y preserva los materiales delicados», añade.

El responsable de las excavaciones espera hacer nuevos descubrimientos como parte de su proyecto y asegura que, con suerte, podemos encontrar tallas de madera, tejidos o momias de hielo conservadas.




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