Las estadísticas son aterradoras, si es que algo aterrador queda por ver en Venezuela: 80% de la gente está en situación de pobreza, de los cuales 50% se hallan en pobreza extrema. La tasa de homicidios de 91 asesinatos por cada 100 mil habitantes, con 28500 muertes violentas en 2016, es probablemente la más alta del mundo. 93% de la población no tiene suficiente dinero para comprar los alimentos que necesita. 30% de los habitantes, unas 10 millones de personas, comen dos o menos veces al día. 70% de los venezolanos perdió un promedio de 9 kilos de peso en 2016. Nueve kilos de mala alimentación y escasez.

El Estudio de Condiciones de Vida, realizado por la UCV, la USB, la UCAB y otros organismos igualmente serios, no deja mucho espacio para dudas. El país está arrasado. Si se puede tener alguna certeza hacia el futuro es que las cosas se pondrán peor mientras el chavismo siga mandando, y aunque venga un gobierno nuevo la reconstrucción tomará generaciones.

Ante la catástrofe, el lugar común de los últimos tiempos es el misterio de ¿cómo llegamos a esto?, que no es ningún misterio para el que sepa buscar. La sociedad que aplaudió el derrocamiento de CAP, se resistió a que la modernizaran y eligió a Hugo Chávez como presidente de la República es responsable de haber seleccionado a lo peor y menos preparado del país para que la gobernara, pero esa decisión del soberano no fue ajena a sus rasgos sociales prominentes: la necesidad de poder, la externalidad, las graves carencias de motivación al logro y muchas otras exquisiteces.

En 1974 (sí, hace más de 40 años), el psicólogo norteamericano David Mc Clelland completó el estudio Informe sobre el perfil motivacional observado en Venezuela, encargado por Fundase, un organismo  dependiente del gobierno. Los resultados -altísima motivación de poder, bajísima motivación de logro y alta afiliación- fueron engavetados por años, aunque retratasen fielmente a la sociedad de entonces, a la de los años 30 y a la de ahora.

En las décadas de los 80 y 90, la gente del Laboratorio de Psicología Social de la ULA –Oswaldo Romero, Nancy Morales y Colombia Salom, entre otros- rescató la metodología de Mc Clelland, la adaptó a este trópico y confirmó –con una perspectiva más amplia- los resultados de 1974. Las publicaciones de la ULA, conocidas por unos pocos, representan el trabajo de investigación más importante que existe sobre la idiosincrasia de la sociedad venezolana. Bien leídas, aportan infinidad de respuestas, entre ellas, ¿cómo llegamos a esto?




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