Claman por ingreso de ayuda humanitaria al país para combatir el cáncer de mama
Foto referencial: Cortesía (Muy Interesante)

Para Vanelis Villa fue toda una sorpresa. Ella lo menos que esperaba el día que fue a buscar los resultados de sus exámenes preoperatorios era que tendría el diagnóstico que la cambió la vida: adenocarcinoma ductal infiltrante en el seno derecho. Tenía 27 años y había ido a consulta porque se iba a realizar un aumento mamario.

Era un caso atípico. No es la norma que a esa edad una mujer padezca de cáncer. El mastólogo y especialista en oncoplastía y reconstrucción mamaria, Jesús Arias, aseguró que sigue siendo entre los 48 y 50 años el promedio de más casos. Pero es muy importante que desde los 18 años las pacientes comiencen a asistir a control con el mastólogo para detectar cualquier anormalidad en etapas tempranas.

Los planes para Vanelis dieron un vuelco. Hasta 2019, por cinco años, estuvo en tratamiento de quimioterapia oral debido a que el cáncer estaba en su etapa inicial y así pudo eliminar la tumoración, que era microscópica, y estar libre de la enfermedad.

Acudía cada seis meses a control mastológico, y fue en uno de ellos, el 19 de marzo de 2020, cuando le detectaron un bulto en la axila derecha. En plena cuarentena por COVID-19 y sin los recursos económicos para iniciar tratamiento tuvo que retrasarlo hasta septiembre, cuando con el apoyo de familiares y amigos comenzó a comprar las medicinas para los ocho ciclos de quimioterapia indicados, y que en el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS) no tenían en inventario.

La peor noticia

En agosto de 2021 le hicieron mastectomía parcial y debía comenzar las radioterapias, pero no pudo porque en Carabobo no había centros públicos con ese servicio y, una vez más, no contaba con los recursos para ir a otro estado y controlarse la enfermedad.

Cuatro meses después seguía sin iniciar las radioterapias y pasó lo inevitable. “Caí en cama, no podía moverme, el cáncer había hecho metástasis en pelvis, ingle y las ultimas vertebras de la columna por no haberme hecho las radios a tiempo… Esa fue la peor noticia”.

Vanelis Villa, sobreviviente de cáncer de mama (Foto: Dayrí Blanco)

Lo siguiente fue un tratamiento de rescate con 16 ciclos de quimioterapia y 15 radioterapias localizadas porque seguía inmóvil y con mucho dolor óseo. Ella y su familia hicieron bingos, rifas, vendimias, todo lo necesario para contar con el dinero y no volver a atrasar los tratamientos.

Hace dos meses fue a consulta y está en perfecto estado de salud con quimios orales, inyecciones para proteger sus huesos y un bloqueador hormonal que debió iniciar el año pasado, pero al costar dos mil 400 dólares al mes, se le hizo imposible hasta que en junio llegó al IVSS.

La historia de Irene Sierra tiene en común el factor económico. Ella sintió “una pelotica en el seno derecho” en 2017, pero dejó que pasaran los meses porque pensó que no era nada para preocuparse y luego se sumó una molestia en la axila.

Fue entonces cuando acudió a Funcamama. Tenía 44 años y por primera vez se hacía una mamografía ya que era otro asunto pendiente al pensar que le dolería. En consulta con el doctor Arias él le dijo que debía hacerle una punción. “Dejé pasar otra vez el tiempo porque no tenía para pagar, hasta que en unas semanas lo llamé y le dije que no tenía el dinero completo y su respuesta fue que pagara solo la mitad para que no lo retrasara más, y el resto al recibir el resultado en unos 20 días. Con esa facilidad no lo pensó y fue.

“La verdad es que la punción ni me dolió, contrario a lo que todo el mundo cree”. El 9 de agosto fue a la siguiente consulta acompañada de sus hijos menores, que estaban de vacaciones escolares, y su esposo. Los niños se quedaron en la sala de espera mientras que el especialista le leyó el resultado: adenocarcinoma ductal infiltrante en el seno derecho.

“Me quedé en shock y me pasaron mil cosas por la cabeza, estábamos en plena crisis del país, no había medicinas, nada, lo primero que me salió decirle al doctor fue opéreme y quíteme todo”.

Complicaciones

Pero no ese no era el procedimiento. Fue referida con una oncóloga, quien le indicó el protocolo del tratamiento de ocho ciclos de quimioterapia, a la sexta le volvieron a hacer la mamografía y el tumor pequeño se había desaparecido y en 80% el otro, que estaba en grado tres.

Lo siguiente era realizarle cirugía de mastectomía radical, pero no contaba con el dinero. Su hija mayor hizo diferentes campañas y la familia que tiene en el exterior apoyó y logró reunir el dinero para la operación y las prótesis. Cinco días después del procedimiento volvió a entrar a quirófano porque el implante en el seno derecho había sido rechazado y se complicó.

Estuvo dos meses con la herida abierta, sin sanar y la prótesis izquierda estaba empezando a pasar por la misma situación. Ingresó a cirugía nuevamente y después pasó por un complejo proceso de recuperación, que incluyó fisioterapia para poder movilizar sus brazos.

La biopsia de los 23 ganglios extraídos indicó que estaba libre de cáncer, y así se mantiene, con tratamiento hormonal de por vida controles cada seis meses.

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Irene Sierra, sobreviviente de cáncer de mama (Foto: Dayrí Blanco)

Una crisis persistente

Los relatos de Vanelis e Irene no son inéditos. En Funcamama son muchos los que se repiten día a día. Luisa Rodríguez Táriba, presidenta de esta ONG, narró que recientemente una familia le dijo que está tratando de vender su casa para poder pagar los 19 mil dólares que les cuesta las radioterapias en un centro privado.

También recibió a otra paciente desesperada porque, aunque en la clínica le dieron 50% de descuento, no tenía los siete mil dólares para cubrir el tratamiento.

En Carabobo se cuenta con el Hospital Oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño que fue rehabilitado en febrero de este año con la recuperación del servicio de radioterapia y medicina nuclear, además del funcionamiento de los servicios de tomografía, delineado de órganos, control del acelerador lineal, del departamento de física y dosimetría, la farmacia de alto costo y el servicio de imagenología (RX y mamografía), para atender a 60 pacientes diarios en dos turnos.

Rodríguez Táriba aseguró que el servicio de quimioterapia en el lugar conocido con Oncológico de Naguanagua sí funciona, “la debilidad es la baja capacidad de atención”. Lo mismo ocurre con los tratamientos de radioterapia. “Depende del esquema indicado, hay quienes van tres veces a la semana o todos los días, por lo que no se pueden abrir nuevos cupos”.

Algo similar ocurre con las mamografías. La presidenta de Funcamama recordó que después de más de una década sin el servicio fue reactivado, pero suelen atender solo a pacientes que son tratadas en el sitio.

A esto se suma la falta de tratamientos en el IVSS que no tuene inventarios suficientes “ni de calidad comprobada… hay denuncias respecto a medicamentos vencidos, sin estudios clínicos que los médicos no conocen”.

El especialista Arias puntualizó que en las farmacias hay abastecimiento de medicinas, “lo que hay que tener es dólares para comprarlos, muy poca gente tiene seguro que cubran los tratamientos, y esas medicinas son de alto costo, para cualquier bolsillo normal eso pega”.

Además, aseguró que la alta demanda en centros públicos se replica en los privados. “Si todas las pacientes tuvieran los recursos para pagar sus estudios en clínicas, también estarían colapsadas… Hay pocos mamógrafos en Carabobo”.




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