Una de las partes más sensibles del cuerpo es la parte lumbar, donde se refleja el cansancio y el estrés (Foto Archivo)

El dolor lumbar, o lumbalgia, es uno de los motivos de consulta màs frecuente en cualquier centro de salud del pais. Y en Reumatología suele ser un síntoma que debe ser minuciosamente evaluado, desde su aparición, tiempo de duración, carácter de ese dolor, irradiación, exhacerbación y acalmia del mismo. Y es que dichas características permiten al médico diferenciar con solo el interrogatorio, si se trata de un dolor mecánico (contractura muscular, típica al esfuerzo físico). O si se trata de un dolor de origen inflamatorio, que esté asociado a alguna patología reumática especifica.

Y es ese dolor Lumbar inflamatorio de más de tres meses de duración, que mejora con el ejercicio, pero que no alivia con el reposo, que se acompaña de limitación de movimientos de la columna lumbar y con disminución de la expansibilidad torácica, resulta ser uno de los criterios mayores en un paciente masculino menor de 45 años, para el diagnostico de Espondilitis anquilosante.

La espondilitis anquilosante es una enfermedad crónica inflamatoria, que se caracteriza principalmente por la afectación del esqueleto axial; se manifiesta con dolor y rigidez progresiva  de la columna vertebral, pudiendo afectar otras articulaciones y presentar  manifestaciones extraarticulares. Se puede iniciar en la adolescencia, y es mas frecuente en hombres que en mujeres.

El rasgo principal de la EA, es la fibrosis y osificacion de las inserciones de los ligamentos, tendones y la capsula el hueso (entesis), sobre todo en la región de los discos y las articulaciones sacroilíacas, lo que refiere el paciente como dolor en región lumbar baja y en nalgas (dolor glúteo alternante); ademas se pueden ver comprometidas articulaciones periféricas grandes, como caderas, y rodillas, de manera asimétrica y aditiva; compromisos de éntesis, como la inserción del tendón de aquiles.

La EA, no solo tiene manifestaciones articulares, síntomas generales como fatiga, perdida de peso, fiebre, anemia, inflamación del ojo, afectación pulmonar por fibrosis (dificultad para respirar), manifestaciones cardiovasculares y neurológicas.

El diagnóstico precoz es fundamental, pero poco frecuente, debido a que una de las características de los síntomas, es que alivia con el uso de anti inflamatorios no esteroideos. Por tal motivo el diagnóstico suele ser tardío. Sin embargo, los criterios diagnósticos permiten actuar temprano, es por lo que ante un dolor lumbar con las características descritas debe acudir a un reumatológo quien le indicara análisis de laboratorio y pruebas imagenológicas, como la radiología convencional y resonancia magnética nuclear, que en esta patología es de mucha ayuda.

El diagnóstico precoz permitirá instaurar un tratamiento temprano, al que la mayoría de los pacientes responden bien, y una serie de cuestionarios permitirá la valoración el estado de la enfermedad, ante la falta de una prueba de laboratorio única entre estos instrumentos para evaluar el estado de la enfermedad. Se incluyen, además, un indice funcional y un indice de actividad de enfermedad, los cuales son los que en cierta medida permiten decidir sobre el tratamiento para el paciente.

El tratamiento para esta enfermedad se puede dividir en «no farmacológico»: Ejercicio, educación, grupos de apoyo, no fumar, fisioterapia e hidroterapia. Y en «farmacológico»: antiinflamatorios no esteroideos, farmacos modificadores de la enfermedad y terapia biológica.




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