A la entrada de su clase, la profesora de matemáticas Linda Bragg escribió el pensamiento del día en una pequeña pizarra blanca, una herramienta educativa que también puede servir de escudo antibalas si hay un tiroteo en la escuela.

Las pizarras de fibra de polietileno, de 45cm por 50cm y apenas 1,5k de peso, son parte desde 2013 de las aulas del Colegio Preparatario Worcester, una institución privada para preescolares, escolares y estudiantes de secundaria en la histórica ciudad de Berlín (Maryland), unos 200km al este de Washington DC.

Berlín, que cuenta con una población de cinco mil habitantes y se encuentra muy cerca de algunas playas muy populares de la costa atlántica, se autodenomina la ciudad pequeña con más onda de Estados Unidos.

Nada diferencia a las pizarras del colegio Worcester de muchas usadas en todo país, a no ser por las manijas que tiene en el reverso, que permiten que una persona la sujete para protegerse de las balas.

Son fabricadas por una pequeña empresa de la región, Hardwire, que se ha convertido en líder mundial en equipos a prueba de balas y dispositivos blindados, tanto para la policía como el ejército estadounidenses.

Su jefe, George Tunis, vio una forma de ayudar y también un nicho de mercado en el tema de la seguridad en las aulas tras el tiroteo de 2012 en la escuela primaria Sandy Hook en Newtown (Connecticut), en la que un joven mató a 26 personas, incluidos 20 niños de seis y siete años de edad.

Las ventas se han disparado

En el último gran tiroteo en Estados Unidos, que dejó 17 muertos el Día de San Valentín en la escuela secundaria de Parkland (Florida), el entrenador de fútbol asistente Aaron Feis fue una de las primeras víctimas. «Si hubiera tenido este escudo, habría hecho la diferencia», dijo Tunis a AFP.

Además de las pizarras protectoras, Hardwire fabrica portapapeles y otros accesorios blindados. También hace placas del tamaño de un cuaderno, que se pueden colocar en la mochila de un estudiante.

La compañía equipa escuelas en los estados de Maryland, Minnesota y Delaware, y también exporta sus productos. Tunis se niega a revelar sus ingresos, pero dice que desde el tiroteoen Parkland, las ventas se han disparado.

Los precios van desde 75 dólares por una placa blindada para la mochila hasta mil por una pizarra capaz de detener la descarga de un rifle de asalto.

«Es lo último en protección personal», manifestó Tunis.

En el Colegio Worcester, donde estudian 500 niños y adolescentes, los administradores, los maestros y los padres están encantados con las pizarras blancas.

«Aportan gran confort a nuestros maestros», expresó Barry Tull, de 72 años y 33 como director de Worcester.

Inicialmente algunos docentes no se sentían cómodos con la idea, pero cuando se entrenaron para usarlas como una pieza más de seguridad, se sintieron muy conformes, dijo.

Muchos residentes de Berlín también se alegran de que existan estas pizarras antibalas.

«Es un buen comienzo», dijo Jessica Collins, una policía local de 34 años. «Están tomando muy buenas medidas de protección».

 ¿Armar a los docentes? Una locura 

Para Gretchen Spraul, madre de un niño de primer grado, las pizarras blancas suponen un gran nivel de confort para todos los padres.

Algunos en este pueblo rural también dicen que preferirían que los maestros estuvieran armados, como sugirió el presidente Donald Trump.

Tull, quien se jubilará al final del año lectivo en junio, no es muy afín de armar a los maestros. «Al mismo tiempo, no me opongo totalmente si se hice de la manera correcta … No rechazo ninguna idea».  Bragg, en cambio, se opone de lleno.

«Yo personalmente no quiero disparar un arma», dijo. «No soy una persona muy grande. Peso 45k, así que alguien podría fácilmente arrebatarme el arma. Causaría más daño que bien».

Spraul sugirió que podría apoyar un plan cuidadosamente pensado para armar a algunos profesores.

¿Hasta dónde tenemos que llegar?, se preguntó pensativa, antes de agregar: Nunca digas nunca. Sería maravilloso si los maestros supieran cómo defenderse, manifestó Spraul. ¡Pero que no repartan pistolas!

Pero para Tunis, el jefe de Hardwire, llevar armas a las escuelas sería una locura.

«Solo imagínese: soy un maestro, le disparo al atacante, le erro y le doy a un estudiante. ¿En qué estado mental quedo? ¿Qué hago?», indicó.

 




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