No es el caso de seguir echándole pestes al candidato Henri Falcón por su saboteo a la democracia y su apoyo a unas elecciones bufas: de eso ya se han encargado miles de artículos, tweets, videos, caricaturas y pintas de calle. Tampoco tiene mucha gracia, por redundante, denunciar un proceso electoral tramposo, ilegítimo y con cartas marcadas que le dará el triunfo al chavismo, gane quien gane. Lo que sí genera un poco de curiosidad –o incertidumbre, o inquietud- son las acciones que deberá emprender la sociedad venezolana a partir del 20 de mayo, cuando se declare ganador a un presidente que será ilegítimo ante los ojos de sus paisanos y de la mayoría del mundo civilizado. Hasta ahora, la única acción que se ha filtrado es la de dejar las calles vacías para que no haya dudas de que la gente se abstuvo de votar, pero nadie ha cantado una estrategia concreta para el 21, el 22 y de ahí en adelante.

La abstención en las elecciones legislativas de 2005 ha sido ampliamente calificada como uno de los errores capitales que ha cometido la oposición en los casi 20 años que lleva mandando la revolución bolivariana. Y sin embargo, esa abstención, que según el CNE fue de 75% (aunque hay fuentes que la llevan hasta 82%), también pudo verse como una derrota brutal para el régimen que, simplemente, se dejó pasar. Sea porque no había una respuesta preparada o porque se pensó que el oficialism iba a quedar con plomo en el ala y apenas habría que soplarlo para que se cayera solo, el asunto es que hubo una oportunidad de hacer algo y no se hizo. Hoy, 13 años más tarde, una gran mayoría vuelve a estar de acuerdo con no asistir a votar, pero tampoco se vislumbra un proyecto que vaya más allá de despejar las calles el día del fraude.

Como buen habitante de la cuenca del Caribe, el venezolano es improvisador, tiene reflejos rápidos y es avispado para resolver sobre la marcha. Pero esas habilidades no van a servir de mucho cuando salga el alto mando rojito a declarar 6 años más de revolución y ocho, nueve o diez millones de votos a favor del ganador. Habrá discursos en todo el mundo en contra de las elecciones chimbas y mucha, muchísima preocupación desde el polo Norte hasta la Patagonia. Probablemente caigan más sanciones internacionales y el régimen se siga debilitando. Lo que no está claro, como en 2005, es un plan de acción, fronteras adentro, para sacarle partido a la ilegitimidad. El momento no está para improvisaciones, ni para esperar a que la dictadura se derrita. Ojalá que no se diga, dentro de 13 años, que la abstención del 2018 fue un gran error.




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