“La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz”  Santo Padre Francisco

La penitencia y la conversión son los elementos característicos del tiempo litúrgico de la Cuaresma. En él, los fieles se preparan para interiorizar el significado último de los hechos centrales de la fe cristiana que se rememoran en la Semana Santa: Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

El tiempo cuaresmal se extiende a lo largo de 40 días, en los que los fieles hacen un esfuerzo por desarrollar un modo de vida que les haga crecer como hijos de Dios, imitando a Jesús.

A continuación, se enumeran los estilos actitudinales que deben tener los cristianos católicos durante el tiempo cuaresmal:

1. Las tres prácticas de Cuaresma

La primera práctica cuaresmal es la oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. Con ella, el cristiano dialoga con el Señor, deja que la gracia entre en su corazón y, como la Virgen María, se abre a la acción del Espíritu Santo dando una respuesta libre y generosa (cf. Lc 1,38).

La segunda -que incluye el ayuno y la abstinencia- es la mortificación. Ésta se debe vivir cotidianamente y sin necesidad de hacer grandes sacrificios. Con ella se ofrece a Cristo aquellos momentos que generan molestias y se acepta con humildad y alegría las adversidades.

Y la tercera es la limosna o, más ampliamente, la caridad. San Juan Pablo II explica que está enraizada «en lo más hondo del corazón humano: toda persona siente el deseo de ponerse en contacto con los otros, y se realiza plenamente cuando se da libremente a los demás».

2. El ayuno y la abstinencia

El ayuno consiste en ingerir una sola comida «fuerte» al día, mientras que la abstinencia se refiere a no comer carne. Con ambos sacrificios se reconoce la necesidad de hacer obras por el bien de la Iglesia y de nuestros hermanos y en reparación de nuestros pecados.

En esta práctica también se dejan de lado las necesidades terrenales para redescubrir la sed de Dios. «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4).

El ayuno es obligatorio desde los 18 hasta los 59 años, y no prohíbe tomar un poco de alimento por la mañana y por la noche.

En el caso de la abstinencia, si bien se refiere a no comer carne -u otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal-, no impide el consumo de huevos, lácteos y cualquier condimento con grasa animal. La abstinencia se observa, además del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, todos los viernes del tiempo cuaresmal, y es obligatoria desde los 14 años.

3. Inicio y término de la Cuaresma

Con el Miércoles de Ceniza comienzan los 40 días de preparación para la Pascua. Ese día el sacerdote bendice e impone las cenizas obtenidas de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.

La ceniza representa un signo de humildad y le recuerda al cristiano su origen y su fin. Son impuestas haciendo la señal de la Cruz en la frente y pronunciando las palabras bíblicas: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás» o «Conviértete y cree en el Evangelio».

La Cuaresma termina la tarde del Jueves Santo. Ese día la Iglesia conmemora la Última Cena que el Señor compartió con sus Apóstoles antes de ser crucificado el Viernes Santo.

4. Duración de la Cuaresma

La Cuaresma dura 40 días. Éste es un número especial en la Biblia, ya que el número cuatro simboliza el universo material y seguido de ceros alude al tiempo de la vida en la tierra, con sus pruebas y dificultades.

Además, los 40 días recuerdan los días que Jesús pasó en el desierto antes de comenzar su vida pública.

5. El color litúrgico de la Cuaresma

El color litúrgico de este tiempo es el morado, que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de conversión espiritual y de preparación al misterio pascual.

En la web de la universidad española Cardenal Herrera se mencionó que la mañana de este pasado domingo el Papa Francisco en su catequesis de la audiencia general hizo la siguiente reflexión: «Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica; conversión y apertura del corazón a los hermanos: éstos son los elementos esenciales para vivir el tiempo de la Cuaresma»,

En conclusión, la Cuaresma se debe vivir como tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria a través del acercamiento a Dios y de la adhesión confiada al Evangelio. De esta manera también permite mirar con nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades.

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(*) Algunas de las ideas expresadas en este escrito fueron transcritas de Aciprensa.com y adaptado a la línea editorial de este espacio.

Chichí Páez
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