Elizabeth Díaz no recuerda desde hace cuántos años corre aguas negras por las calles de la comunidad Santa Inés, en Valencia, lo que sí tiene presente todos los días son los olores nauseabundos que llegan hasta su hogar.
Díaz pasa la cuarentena por COVID-19 en medio de putrefacción y malos olores. Desde que colapsó la red de aguas servidas, las cloacas se desbordan en las calles de los sectores 4, 6 y 7.
Las moscas, zancudos y mosquitos han proliferado, al igual que las afecciones en la piel de algunos vecinos. «Aquí muchos tienen picazón en la piel, les salen ronchas. Además nos preocupa esta contaminación frente al CDI de Santa Inés», apuntó la vocera del consejo comunal del sector 4.
A pesar de que las aguas negras abundan en la comunidad, el agua por tuberías es casi imperceptible. En la casa de Elba de Madrid lo único que sale por los grifos es aire, con suerte, dos días a la semana llega un hilo de agua en las noches por un par de horas.
Cumplir con el lavado frecuente de manos, como una medida para minimizar la propagación de COVID-19 resulta una tarea difícil. «Hacemos de tripas, corazones. A veces vamos a un pozo en Ciudad Chávez o resolvemos recolectando agua de lluvias».
Aunque la llegada de las lluvias es un paliativo ante las fallas en el suministro de agua por tuberías, para el vecino José Madrid las lluvias se traducen en un obstáculo al momento de buscar leña para cocinar.
Tras el retraso en el despacho de gas doméstico en el sector 3A que data de hace más de tres meses, los habitantes se ven obligados a cocinar con leña, pero las ramas se mojan con la lluvia, por lo que deben ingeniárselas para preparar los alimentos. «Hay poca leña, con las lluvias se hace todo más difícil. A veces los vecinos tienen que irse a casa de familiares en Ciudad Chávez, pedir la cocina prestada y cocinar».
No hay alumbrado público
Cuando está por caer la noche, los vecinos se encierran en sus hogares pues temen ser víctimas de la delincuencia en medio de calles oscuras, donde el alumbrado público no existe. «En las noches lanzan piedras a las casas para ver si están vacías y entrar a robar», expresó Manuel Pinto, habitante del sector 5 de Santa Inés. Denunció que la mayoría de los bombillos están quemados y el patrullaje policial no se efectúa con regularidad en ninguno de los ocho sectores que conforman la comunidad.
Incomunicados
Señalaron que desde hace dos años no tienen línea Cantv y la señal de otras telefonías es deficiente. «Si pasa una emergencia, ¿cómo nos comunicamos? Aquí estamos aislados», indicó Elba de Madrid.
Los habitantes manifestaron que han consignado reiteradas denuncias a los entes y autoridades municipales pero la respuesta es la misma: no dan solución a las más de 7 mil familias que conforman la comunidad de Santa Inés.
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