Foto: Archivo

Hace una década José Altuve deambulaba por los terrenos de juego venezolanos en busca de una oportunidad para firmar como pelotero profesional; los rechazos fueron innumerables, la mayoría de los scouts veían en su baja estatura una razón infalible para la decisión. En el 2017, ya convertido en figura estelar de los Astros de Houston se consagró como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana con un anillo de Serie Mundial que adornará de por vida alguno de sus dedos.

Lo que yo he intentado hacer desde el primer día que llegué a las Grandes Ligas fue demostrarle a todas esas personas que me rechazaron que estaban equivocadas. Eso sí, aunque hasta me llegaron a sacar de los tryouts no le guardo rencor a ninguno” dijo un sincero Altuve luego de una clínica que dictó a 40 niños en el municipio San Joaquín, días antes de conocerse el resultado de la votación donde superó al jardinero de los Yankees de Nueva York Aaron Judge y al antesalista de José Ramírez de Indios de Cleveland.

Sus números de la temporada comenzaron a repetirse con frecuencia en los medios de comunicación  desde el final de la ronda regular y el inicio de la etapa de premios, donde obtuvo su cuarto bate de plata y el galardón a Jugador del Año por parte del Sindicato de Peloteros antes de la guinda al pastel, el MVP. Se apuntó su tercer título de bateo con un promedio de .346, completó su cuarta campaña seguida con al menos 200 hits al disparar 204, conectó 24 cuadrangulares e impulsó 81 carreras.

El segunda base de los siderales reconoció que Alfredo Pedrique tuvo mucho que ver en su firma como beisbolista, junto a Wolfang Ramos y Pablo Torrealba fue de las pocas personas que confió en su talento a pesar de no contar con las características físicas de la disciplina, aunque sus habilidades siempre causaron impresión, principalmente por la dedicación de su padre en pulirlas.

Mi papá me llevaba todos los días al estadio desde que yo tenía cinco años, incluso cuando yo no quería ir él conseguía la manera de motivarme. Me ayudaba a entrenar más el bateo que la defensa, quizás por eso soy tan malo agarrando rollings” confesó entre risas el nacido en Puerto Cabello, que a pesar de su modestia tiene un Guante de Oro en su ya extensa vitrina.

El apoyo familiar durante la etapa de desarrollo fue su principal motor. Su madre lo acompañaba en autobús a los campeonatos nacionales, sin importar el lugar, la fecha ni la hora. Su hermano Carlos se convirtió en su mano derecha con el pasar del tiempo. Mientras que su esposa Giannina y la primogénita de ambos Melanie completan ese núcleo afectivo tan importante para todo ser humano. “A ellos tengo que agradecerles todo. No siempre se puede tener un buen juego, son 162, pero cuando llego a mi casa vuelvo a ser el mismo. Ellos causan ese efecto en mí”. 

En solo siete años como ligamayorista Altuve ya logró mucho más de lo que otros no alcanzan en 10,15, 20 o toda una vida dentro del deporte. Pero él no se conforma, quiere aumentar su leyenda. “Cinco buenos años no son suficientes en el béisbol, quiero tener mayor consistencia” dijo quien tiene como próxima meta un 30-30 y a largo plazo poder llegar al Salón de la Fama. Y que nadie se atreva a decir que no es posible.




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