Después de más de cien días de fuertes confrontaciones en las calles de  Venezuela, este domingo 16 de julio las fuerzas democráticas, mejor dicho, el pueblo democrático, convoca a un plebiscito nacional, otros prefieren llamarlo consulta popular. Para un régimen que le es común despreciar la Constitución, que desconoce campantemente hasta la voluntad soberana de sus ciudadanos, qué le va a importar esas diferencias de significaciones de si se llama de una manera o de otra. Ello es absolutamente irrelevante ante la temible agudización de la crisis que se va a ser presente a partir del 30 de julio luego de la Asamblea Constituyente Comunal convocada por  Nicolás Maduro y por quienes de manera solapada lo tienen agarrado por ambos testículos.

la resistencia democrática continúa fortaleciéndose. No hay poder de fuego, ni amenazas, ni tratos más crueles que detenga su avance

 

Es evidente que la resistencia democrática continúa fortaleciéndose. No hay poder de fuego, ni amenazas, ni tratos más crueles que detenga su avance. Ni siquiera las diferencias internas que han surgido en los partidos políticos, bien por algunas declaraciones indiscretas en un momento dado, o por una maquiavélica interpretación de ellas no dejan de ser unos escarceos humanos y angustiosos que no deja máculas para encontrarse con las coincidencias.

Considero que la mejor demostración, o una de ellas, se produjo el domingo pasado cuando se presentó la discusión sobre el número de horas para el “trancazo” del día lunes. El pueblo exigió que fuera por diez horas en contra de la opinión de la dirigencia política que consideraba debiera ser de tan solo dos horas nada más. Lo interesante, además del éxito de la protesta, es que esa dirigencia accedió al petitorio, participó y salió ilesa de ese incidente. Demostración de que la dirigencia debe escuchar al pueblo y este debe reconocer a sus dirigentes cuando actúan con sentido de grandeza, con honestidad y patriotismo como lo ha demostrado en múltiples de oportunidades, asunto que no está discusión.

Por la otra parte nos tropezamos con un gobierno desprestigiado dentro y fuera del país, con una armazón tullida, sin respaldo popular de las instituciones tradicionales, tampoco de los países extranjeros. Pero hasta ahora el gobierno cuenta con el apoyo de la Fuerza Armada quien con sus fúsiles lo mantiene en pie. Las balas son finitas como el atrevimiento de sus oficiales y soldados de tirar del gatillo para seguir asesinado jovencitos que luchan por su porvenir, propósito nada más natural y humano.

Ahora, la doctrina del maniqueísmo nos plantea la situación entre el bien y el mal; en nuestro caso particular entre la paz y la guerra, o blanco o negro. Es decir, sin matices que hace la situación extremadamente peligrosa. Todavía hay tiempo para que el gobierno retire su propuesta de la Asamblea Constituyente y se busquen caminos que sean el escape de una conflagración fratricida.

Por esos hechos tan difíciles y embarazosos en puerta la Iglesia Católica, las academias nacionales, la comunidad internacional y ahora un grupo de personalidades encabezadas por: Pedro NIkken, Vladimir Villegas e Hiram Gaviria entre una serie de propuestas dirigidas a Nicolás Maduro con la idea de mutuos acuerdos buscar una salida de paz, le proponen suspender la fulana Asamblea Constituyente.

De manera, que está en camino un nuevo y diferente esfuerzo con la idea de evitar el escenario de la guerra para que se produzcan los cambios en el terreno de la paz, sin que jueguen los bobalicones ni los pájaros bravos. Finalmente. para que los duros no se sulfuren: habrá justicia, una forma eufemística de “venganza” legal, si lo prefiere así.

garciamarvez@gmail.com

 

 

 

 

 




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