Hace pocos días, Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) publicó un artículo en el diario digital Crónicas de Montevideo sobre la situación venezolana, incluido un aporte de su cosecha para salir del estancamiento político, social y económico que sufre el país: una propuesta para sembrar algo que se pueda parecer a la recuperación de la República y el regreso a la normalidad, cuando el tiempo de Dios lo permita o cuando los planetas que deban alinearse se pongan en fila.

Almagro comienza el artículo con una descripción bastante acertada de lo que ha sucedido en el país desde que el chavismo es gobierno. Define sin tapujos la catástrofe económica, la escasez, la falta de libertades, la emigración forzosa de más de 6 millones de paisanos y las violaciones de derechos humanos que han convertido al país en un paria para la mayoría de las democracias del planeta, con la excepción de algunos de sus vecinos de la región latinoamericana y por supuesto con el aplauso de los amigos del autoritarismo –y de las minas, el petróleo y el oro criollo- como Rusia, China, Turquía e Irán. Al final de su recuento, y luego de dedicarle varios párrafos a las hambrunas, los delitos de lesa humanidad y la tragedia de 9 millones de personas con carencias alimenticias, Almagro expresa que “todas estas variables llevan a decir que es ridículo comparar la crisis venezolana con cualquier otra crisis hemisférica ya sea en una dimensión cuantitativa como cualitativa”.

El artículo se pasea por los varios procesos de diálogo que han fracasado en traer soluciones a la tragedia, y después de remachar la falta de instituciones –de alimentación, seguridad pública y defensa nacional- y la ausencia de garantías y opciones de vida para la gran mayoría, el Secretario General hace un alto y se detiene en el sufrimiento de la gente. A partir de ahí, el tono del texto toma otro camino y se enfoca en la búsqueda de opciones para remediar las necesidades de la población como la máxima prioridad, por encima de lograr la salida del gobierno chavista. La crítica a la dictadura se convierte en una especie de resignación en la que las penurias del ciudadano vienen primero, y ya después veremos: las soluciones comienzan por aceptar que el chavismo se queda y dentro de ese contexto habrá que agarrar aunque sea fallo.Almagro recomienda“un ejercicio de diálogo político real, de institucionalidad compartida, de poderes de Estado compartidos”. Una cohabitación pero con los contrapesos necesarios, si es que eso fuera posible.

Tener contrapesos significa que los chavistas cederían cuotas relevantes de poder, y eso tendría que acordarse previamente mediante diálogos y negociaciones. Pero el detalle es que estamos hablando de un régimen que ha pateado varias mesas de diálogo, con las excusas más surrealistas. Un régimen que inutilizó a una asamblea elegida por el pueblo y la llevó a la irrelevancia durante 5 largos años. Que se hizo elegir una Asamblea Constituyente ilegal y la puso a su servicio para lo que Ud. diga, señor presidente. Un régimen que manipula los resultados electorales, que le “ganó” a la oposición por 900 mil votos en la elección de gobernadores de 2017 cuando su popularidad era de menos del 20% y las encuestas decían que la oposición ganaría por 30%.En otras palabras, una contraparte muy poco confiable que no tiene muchos incentivos para compartir su dictadura y que cada vez tendrá menos, por los vientos que soplan y por sus aliados de hoy, venidos del otro lado de la guerra fría.

Al final, se deja ver que Almagro comparte todas las críticas que le se pueden achacar al chavismo, pero hasta ahí. No presenta –y quizás sea porque en este momento no hay- una salida posible, con mínimas probabilidades de éxito. Sus ideas no llegan a definir un mapa de ruta viable en el que el sufrimiento de la gente se resuelve porque el régimen venezolano accede a gobernar acompañado y le da un giro radical a las políticas de estas últimas 2 décadas. Se cambia parte del qué (el chavismo se va por el chavismo se queda) pero el cómo (cómo se regresa a la prosperidad y a la democracia) sigue en las nebulosas.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.