A pesar de la opinión discordante de algunos obcecados fanáticos de este régimen que, o de mala fé o condicionados por un incisivo lavado cerebral sostienen lo contrario, creo poder afirmar a ciencia cierta que entre los tantos problemas que confronta el país, la tragedia de la falta de seguridad es el más grave de todos. Es una tragedia representada por una criminalidad creciente que se propaga y se extiende bajo la mirada casi consensual de los órganos policiales, y por ende del gobierno, muchas veces  “compinchede los mismos antisociales. Hampa organizada, bandas de secuestradores, pandillas de delincuentes que no tienen ningún problema en disparar y matar así sea para robar un par de zapatos, ladrones de vehículos, representan un azote permanente contra la vida y la propiedad de los venezolanos.

Frente a esta calamidad que en los últimos veinte años ha asumido proporciones más que alarmantes  –  imagínense que en los ultimo ochos años ha habido más de ciento cincuenta mil muertes violentas – el gobierno ha tenido el desplante de hablar de responsabilidad colectiva haciendo hincapié sobre el hecho de que la seguridad es un problema de todos, pasando evidentemente por alto  que la Constitución Bolivariana de Venezuela reza en su artículo 55 que “toda  persona tiene derecho a la   protección por parte del Estado  a través de los órganos de seguridad ciudadana con un mínimo de seguridad”. A estas alturas entonces, no me extrañaría que una de las tantas reformas que está adelantando el gobierno se refiera a modificar este articulo. Sin embargo y “por ahora”, es prioridad ineludible del gobierno ponerle remedio a esa calamidad tratando de garantizar a sus ciudadanos un mínimo de seguridad.

Yo no soy quien para sugerirle a las autoridades la forma más adecuada para tratar de disminuir ese índice tan elevado de  delincuencia sin embargo, sobre la base de experiencias vividas  en otros países, yo creo que una mejora concreta a los cuerpos policiales, por ejemplo, aumentando y oportunamente seleccionando el número de  efectivos y proporcionando una dotación de equipos y armamentos más modernos y más sofisticados podría significar una alternativa viable para tratar de controlar esa ola incontenible de criminalidad.

Me parece sencillamente inconcebible que un gobierno como este que se evidencia por su carácter militarista, que no pierde oportunidad para cacarear a los cuatro vientos que su revolución es pacífica pero armada, que pero gaste una millonada de dólares para dotar a su ejercito de armas super sofisticadas como helicópteros, submarinos, fusiles modernos etc…y en cambio mantenga a los cuerpos policiales, únicos organismos con equipos autorizados para tutelar la seguridad de los venezolanos, con equipos y armamentos impropios y superados y con un personal insuficiente, mal pagado e incapaz de controlar a   esa creciente criminalidad. Mi modestísima opinión es la de un hombre de la calle pero estoy  firmemente convencido que con misiles, con aviones supersónicos no se  resuelven los problemas del pueblo venezolano.

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri

 

 

 




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