Foto: Angel Chacón

Una silla de ruedas vinotinto era el asiento que ocupaba una mujer delgada, famosa en Carabobo y Venezuela desde las guarimbas de 2014, cuando una funcionaria de la Guardia del Pueblo la agredió brutalmente con un casco en la cabeza durante protestas en La Isabelica. Fue una escena que se quedó grabada en las retinas de todos los venezolanos. Su nombre, Marvinia Jiménez.

Su pierna izquierda reposaba sobre una silla, estaba envuelta en una férula con una especie de media negra que genera presión. Tenía tres fracturas y había sido producto una vez más de las acciones de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), cuyos funcionarios reprimieron a los vecinos y allanaron varias viviendas de los sectores cuatro, cinco, siete y ocho de La Isabelica, aproximadamente a las 9:00 a.m. del 24 de mayo de 2017.

Se estaba bañando en su casa cuando comenzó a escuchar gritos y sonidos de motos acercándose. A ella le eran familiares todos esos sonidos. Jiménez vive en un segundo piso y se asomó a mirar lo que ocurría. En ese instante observó a personas que huían en busca de un lugar seguro. Eran perseguidos por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), que no paraba de disparar bombas lacrimógenas y perdigones en dirección a los manifestantes.

La agredida comenzó a gritar desde su casa a todos los vecinos que sacaran sus teléfonos y grabaran lo sucedido. La señal de alerta se activó en los uniformados, uno de ellos pareció reconocerla: «¡Aquí estás maldita, hace rato que te tengo hambre!», frase que le hace pensar que es un blanco permanente de la Revolución Bolivariana. Un disparo de perdigones la alcanzó en el brazo

desde la platabanda de su casa corrió hacia la de la otra vivienda

Una inyección de valor corrió por las venas de Jiménez. Desde la platabanda de su casa corrió hacia la de la otra vivienda, donde llegó sana y salva.

Desde el techo de la propiedad extiendió la mano para ayudar al joven que en ese momento era capturado por alrededor de seis GNB, quienes lo arrastraron hasta el estacionamiento.

A Marvinia la impactó una ráfaga de perdigones que le hizo perder el equilibro. Cayó desde el techo al garaje de la casa. Un fuerte dolor recorría su pierna por una fractura que la dejaría por un buen tiempo en silla de ruedas.

Los guardias se asomaron por debajo del portón y observaron como Marvinia era arrastrada por el hijo de la dueña de la casa a la que había saltado. Pensaban que estaba muerta porque ella escuchó las voces de los efectivos que decían: «Le diste, le diste, vámonos», pero antes arrojaron bombas lacrimógenas en la casa donde Jiménez era socorrida.

Los gritos de la zona despertaron al hijo de Marvinia, un menor de edad que estaba durmiendo y se asomó a ver que ocurría. Los guardias dispararon bombas lacrimógenas contra él, pero se asustaron al ver que era un menor y que Marvinia podría estar muerta. Después irían al estacionamiento en el que quebraron los vidrios de los carros.

Al joven que capturaron lo dejaron en el sitio, con heridas de perdigones en su brazo y otras partes del cuerpo. Marvinia era asistida por los vecinos.

RESISTENCIA

Jiménez afirma que a diferencia de 2014, cuando fue agredida sin ser manifestante, ahora si es miembro de la resistencia. «Voy a marchas, plantones, a todo tipo de protestas y he vivido la brutal represión, he tragado bastante bomba y además fui identificada por la GNB y me atacaron con toda la maldad del mundo».

La represión que se vive en la actualidad es producto de la impunidad que la justicia venezolana aplica

La represión que se vive en la actualidad es producto de la impunidad que la justicia venezolana aplica, por eso hay más violencia, por eso hay más muertes, asegura la manifestante. «Si se hubiese aplicado la ley en 2014, hoy estuviéramos viviendo escenarios distintos».

No cree en las tendencias políticas, cree en la resistencia y en el empoderamiento ciudadano como herramientas de lucha. En estos 18 años, los jóvenes que salen a la calle han desenmascarado a los rostros de la dictadura, por lo que considera que la desobediencia civil es la única vía para salir de este Gobierno.

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Hoy, Marvinia Jiménez se siente lisiada e inútil para trabajar y desempeñarse como una mujer activa. Está resguardada en la clandestinidad porque su hogar no es seguro, sabe que los que ella llama «Esbirros del gobierno» suben a la platabanda de su casa y miran dentro de su propiedad para ver si hay alguien.

El verdadero miedo que tiene Marvinia Jiménez es que la gente no salga a la calle. No teme por su vida porque sabe que la muerte llega en cualquier momento, pero la democracia no.

Marvinia ve que entre el 2014 y 2017 la gran diferencia está en la crisis política, económica y social que ha crecido, algo que ha motivado al pueblo a salir a la calle.

No está enyesada, porque debido a los allanamientos estuvo encerrada en La Isabelica tres días

El medico le explicó que su pierna izquierda tiene tres fracturas y otra en el dedo derecho. No está enyesada, porque debido a los allanamientos estuvo encerrada en La Isabelica tres días. La hinchazón aumentó y la solución fue cubrir con una férula la extremidad hasta que se recupere.

Nuevamente fue a Fiscalía a denunciar lo ocurrido y a refrescar lo que pasó en 2014, cuando la funcionaria de la guardia la golpeó y la tiró al suelo. Esta mujer sigue en paradero desconocido, pero Jiménez continúa llevando su caso a instancias legales. Considera que su acción es darle un voto indirecto de confianza a la Fiscalía.

Jiménez Le dice a los venezolanos que salgan a la calle. Para el Gobierno no tiene palabras, son un cero a la izquierda.

A Marvinia Jiménez la acompañó durante la entrevista su abogada, Jenny Gutierrez, miembro del Foro Penal Venezolano. En el mismo salón estaban vecinos de La Isabelica, como la dueña de un salón de belleza violentado y robado y otras personas a quienes les allanaron su casa. Buscaban ayuda ante los representantes legales y la habían encontrado.

 

 




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