Era un día caluroso en la morgue de la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (CHET). Nazarith Coromoto Vidal sentada en uno de los muros esperaba el cuerpo de su hija menor, de apenas un mes de nacida.
La infante presentaba un cuadro severo de desnutrición, por lo que Vidal acudió en una primera instancia al hospital de Güigüe, donde reside. De allí la refirieron a la CHET para que la niña recibiera el tratamiento adecuado, lo cual no sucedió.
La médico tratante le aseguró que al amamantar a la pequeña esta iba a recuperar peso, pero a pesar de los múltiples intentos para brindarle la lactancia materna, la pequeña la rechazaba. Desesperada, acudió nuevamente al recinto hospitalario. Nazarith Coromoto Vidal asegura haberle pedido encarecidamente a la doctora Anyelí Perez que le suministrara suero a la neonata para que se estabilizara, pero la respuesta fue que no podía hacer nada, por lo que le sugirió devolverse a su hogar y regresar en los días siguientes al hospital para que una nutricionista evaluara a la bebé.
El calvario se extendió. Sin saber que hacer, le mezclaba agua con arroz con la esperanza de que incrementara su masa corporal, pero de igual manera la rechazaba. Con pocos recursos se movilizó por tercera vez en una semana a Valencia para que su hija fuera atendida por la especialista, pero salió desilusionada. «Me dijo que Drakeilys necesitaba una intervención, pero no podían realizársela porque se iba a infectar»
Luego de nueve largos días, murió pese al esfuerzo mancomunado de sus familiares para salvarle la vida.
