El trastorno por déficit de atención, llamado años atrás disfunción cerebral mínima, es un trastorno del neurodesarrollo, con tres características básicas: una capacidad limitada para prestar atención, lo otro es un problema de hiperactividad o de inquietud intensa y la tercera es la impulsividad, disminución de la inhibición. Afecta a tantas niñas como a niños.

Se deriva de un problema neuroquímico, alojado a nivel del lóbulo frontal y sus diferentes conexiones y unas estructuras ubicadas al centro del cerebro llamadas ganglios basales. Y de esta alteración en las conexiones se originan estas características básicas del síndrome, según explicó el neurólogo infantil Francisco Rondón en el programa Por Tu Salud, que se transmite por El Carabobeño Radio, de lunes a viernes entre 11:30am. a 12:30pm.

También otras señales que acompañan al Déficit de Atención e Hiperactividad son los trastornos de ansiedad, trastorno del aprendiz frecuentes denominados «desorden de negativismo desafiante» o «desorden posesionista desafiante»; problemas de baja autoestima, entre otras series de anomalías.

Así, el TDHA es uno de los principales motivos de consultas neuropediátricas, muy relacionado a los problemas de aprendizaje, de conducta y de cálculos matemáticos. A lo que se le ha determinado a un proceso químico en la alteración de una sustancia denominada «dopamina», muy familiar de la neuroadrenalina, de la adrenalina y la serotonina. Presente en la parte frontocentral del cerebro que determina la concentración en los establecimientos de límites, de una conducta adecuada y de una buena flexibilidad cognitiva.

Debido a estos contrastes, el niño requerirá de una atención multidisciplinaria, de sicólogos, terapista del lenguaje, una estructura familiar sana, aparte del tratamiento farmacológico para el control de la dopamina.

Aunque el especialista aclaró que para diagnosticar el TDHA manejan tres subtipos: el subtipo predominantemente distraído, el subtipo predominante impulsivo y el mixto en que hay de las dos manifestaciones.

Los que predominan en los distraídos se detectan en el primero, segundo o tercer grado, pero por lo general se detectan en grados superiores, porque tienden a aislarse, por lo que el diagnóstico suele darse tarde. Mientras los impulsivos se caracterizan a excesivos movimientos motrices y son muy proclives a la frustración, porque son pocos tolerantes hasta consigo mismos, hasta pueden llegar a la autoagresión. Estos últimos son más diagnosticados de manera precoz.

Y aunque no son condenatorias, hay ciertos signos de alertas de estos niños, como que ya a los cinco o seis meses ya se están sentados, cuando otros estarían gateando. Y al momento de caminar, lo que hacen es correr.

Pero, lo que más llama la atención es su capacidad para concentrarse. Aunque también factores ambientales pudieran estar presentes como que se conviva en ambientes altamente tóxicos.

Pero, no todo es positivo en estos niños. Son muy conversadores y esto los hace también muy colaboradores para el orden. Son muy positivos. Y merecen una mayor atención, a través de un equipo multidisciplinario, de un psicólogo, un neuropediatra y los padres.

El doctor Francisco Rondón manifestó que más allá de la predisposición hereditaria, tiene mucho peso la capacidad de adaptación, cuando se observa al niño en una actitud distinta al grueso de sus pares en una reunión.

Más detalles en la entrevista completa por nuestra web www.el-carabobeno.com o por nuestro canal youtube, colocando Por Tu Salud, conducido por Ana Isabel Laguna.-




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