Quejarse de fallas de la memoria es un hecho frecuente en personas que sobrepasan los 50 años. Son tan obvias estas quejas que hay quienes, llegados a ciertas edades, confiesan que tienen una memoria muy buena,… ¡para olvidar! Al alcanzar esas edades avanzadas se inicia un malestar creciente, por no poder recordar muchas cosas. Hay olvidos “normales” como no saber el nombre de un viejo amigo, como haber “borrado” de la consciencia el recuerdo de un evento, que –decimos– lo tenemos “en la punta de la lengua”, pero no podemos precisarlo en lo más mínimo. Puede hacerse frecuente que una persona entre a una habitación con la incómoda sensación de no saber qué iba a buscar allí, o que desconozca dónde ha dejado sus anteojos o sus llaves. También ocurre que, cuando estamos hablando, de pronto paramos y no seguimos, porque no recordamos lo que íbamos a decir, ni cómo pensábamos continuar con el siguiente argumento. El hecho de que estas dificultades superen -en cifras- a la mitad de los adultos, indica que, más que una enfermedad, este asunto es una característica de la creciente acumulación de años vividos. Más de la mitad de los mayores de 50 años presentan estas fallas, que se deben más a la edad que a una determinada enfermedad.

Muchas personas comienzan a temer que tienen un “enemigo” en su cerebro, y a este mal lo señalan con el nombre del Dr. Alois Alzheimer. Pero, animados por las lecturas científicas serias aparecidas últimamente, hemos quedado más tranquilos: Un hecho convincente y razonable, es que quien esté consciente de padecer de estos olvidos no está afectado por problemas serios de memoria. Al contrario, quien en verdad padece una enfermedad de la memoria debida al «fantasma del Alzheimer», no tiene registros en su memoria (recuerdos) de lo que en efecto le ocurre, mientras que otros sí pueden ver y reconocerlo en el afectado.  Los que sufren el Alzheimer desconocen lo que les ocurre, porque presentan el mal de la anosognosia, palabra médica usada para referirnos al mal de no darnos cuenta de lo que nos ocurre.

Aclaremos, debidamente, que la anosognosia es una manifestación frecuente de la enfermedad de Alzheimer en muchos pacientes, que no están conscientes de la gravedad de sus alteraciones y consecuencias. Este tipo de pacientes insisten en que no tienen ningún problema con algún órgano afectado, ni problemas con su memoria, con sus familiares, con sus compromisos. En los comienzos de estos síntomas, los enfermos de Alzheimer ofrecen múltiples excusas, a veces repetitivas, para explicar el deterioro creciente de una función cerebral tan necesaria y compleja, como es el recuerdo y el reconocimiento de los acontecimientos y situaciones en que vivan.

El Dr. B. Dubois, profesor de neurología de CHU Pitié-Salpêtrière, en Francia, acuñó una paradójica pero muy didáctica y positiva explicación, valedera para la mayoría de los casos de personas preocupadas por sus olvidos. Es una explicación muy estimulante: Dubois señaló que «cuanto más se quejan los sujetos de su memoria, menos probabilidades tienen de sufrir una enfermedad de la memoria». Entonces, amigos lectores, no se preocupen ustedes mucho por lo que olvidaron súbitamente; tal vez lo olvidado no era muy importante, y pronto reaparecerá con total claridad en sus conciencias. Pero quienes mienten con frecuencia, necesitan tener muy buena memoria y usarla bastante; de esta manera, no olvidarán en qué mintieron, ni repetirán esas mentiras como si fuesen las originales, que ya han dicho. Si los olvidadizos y descuidados se olvidan de cosas que luego recuerdan con lujo de detalles, quédense tranquilos porque no es el mal de Alzheimer que les afecta,…son los años, sumados el desinterés o la desmotivación…

Nota: Este artículo fue publicado en agosto de 2014. Se reproduce a petición de algunos lectores.




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