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Foto: Archivo

Si Juamed Chacín, hace más de cinco años, se imaginaba en un edificio de gran altura, seguramente era sentado en un escritorio o disfrutando de una linda vista. Nunca pensó que lo haría para instalar vidrios y ventanas. Él es un comunicador social venezolano migrante como muchos. Formado para informar a las comunidades. Pero que hoy celebra el Día del Periodista, alejado de su profesión y extrañándola.

El periodismo es magia. De esa que no se pierde nunca entre quienes lo han ejercido con pasión y, en Venezuela, esa es una demostración diaria. Los que se han convertido en periodistas migrantes lo saben. No importan las millas que los separan del país, porque la distancia ha hecho que la nostalgia sea el denominador común al extrañar mucho, o todo, de su profesión.

La crisis interna de la nación impulsó a un importante porcentaje de su población a migrar, y en esas estadísticas se incluye a comunicadores sociales que añoran sus días en los medios del país, mientras se enfrentan a los retos particulares de empezar de cero.

De acuerdo con los registros de la seccional Caracas del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), alrededor de dos mil 150 de los agremiados se fueron del país. El secretario general de esta institución, Edgar Cárdenas, detalló que 40 % migró a naciones suramericanas, 26 % a Estados Unidos y Canadá, 20 % está en Europa y 14 % está en situación de movilidad activa, es decir, sin residencia fija y buscando dónde establecerse definitivamente.

Empezar de cero

Juamed se fue a Estados Unidos el 18 de septiembre de 2018. Lo hizo para ofrecerle un mejor futuro a su hijo que ya tiene ocho años, y, desde que llegó a ese país, ha desempeñado diferentes labores. “Me tocó realizar trabajos que nunca había hecho, pasé por trabajar en pintura, restaurantes, haciendo deliverys y desde hace dos años y medio trabajo en una empresa instalando vidrios y ventanas en edificios y escuelas”.

Odell López Escote respiró profundo para hacer una pausa antes de recordar lo que ha tenido que hacer en San Francisco, ciudad de Estados Unidos en la que vive desde el 27 de septiembre de 2017. Como periodista en Venezuela, su labor siempre fue reconocida al trabajar para diferentes medios. Hoy es productor de noticias Telemundo 48, pero llegar ahí no fue fácil.

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Odell López es periodista venezolano que trabaja actualmente en Telemundo en San Francisco (Foto: Cortesía)

“Yo siempre tuve trabajos calificados en Venezuela, en oficinas, en medios de comunicación, hasta que llegué aquí, había que estirar los ahorros y producir y eso hice limpiando en un gimnasio”. Después fue cocinero, barista y cajero en dos cafeterías hasta que, por la pandemia, todos los comercios cerraron, quedó sin empleo y le tocó ser delivery hasta que pudo ejercer la profesión.

Aunque el nombre de Darwyn Rosales no suena actualmente en ningún medio de comunicación, está muy presente entre los carabobeños. Él fue el corresponsal de RCTV en la entidad hasta el momento del cierre de este canal de televisión y desde el 15 de octubre de 2019 está en España con sus dos hijos y su esposa, la también periodista Rosángel Sánchez.

Tuvo la misma motivación de Juamed: ofrecerle una mejor calidad de vida a su familia. La pareja no ha podido ejercer la profesión. Durante los primeros ocho meses de la migración ambos estaban sin empleo, eso coincidió con el confinamiento por la pandemia y el contagio de COVID-19 que todos tuvieron.

En ese momento estaban en Madrid y decidieron irse a Alicante, donde instalaron una cafetería pero que no dio los frutos esperados y la cerraron. “Nos ha tocados ser camareros, cocineros, bartender, servir café, ser deliverys como repartidor de comida y paquetería…”.

Al estar en la comunidad valenciana, para ejercer como periodistas deben hablar catalán y no lo han aprendido, “por eso hemos tenido que trabajar en lo que salga para estabilizarnos y salir adelante”.

Actualmente, Darwyn produce un espacio en redes sociales en el que cuenta las vivencias de venezolanos que salieron, como él, en búsqueda de un mejor futuro, y otro sobre la tauromaquia. Ambos se publican en Instagram y Youtube que son «válvulas de escape y espacios con los que me sigo sintiendo periodista».

La añoranza por el periodismo venezolano

Fabiola Mouzo había postergado en varias oportunidades su migración. Ella aprovechó todo el proceso de legalización de sus documentos para formarse en las calles de Carabobo como reportera. Lo hizo durante un momento muy convulso para el país como lo fueron las protestas de 2017.

Ella recuerda los días en los que se enfrentó a los riesgos de la profesión, pero nunca estuvo sola. Contó con el compañerismo y el apoyo de sus colegas que, aunque eran de otros medios, nunca se vieron como competencia, y eso es de las cosas que más extraña del periodismo.

“Cada uno cumplía con sus trabajos, reportajes, fuentes y crónicas exclusivas, pero cada uno apoyaba al otro porque la situación lo ameritaba para sacar el trabajo adelante, porque se tenía que informar a los ciudadanos más allá de la competencia entre los medios, algo que en España sí se mantiene muchísimo y somos pocos compañeros cuando de esa competencia se trata en la calle”.

En enero de 2019 ella se fue a Córdoba, al sur de España. Ahí empezó a dar clases de danza, luego hizo reparto de publicidad en la calle a mano alzada, fue camarera en un hotel mientras trabajaba en paralelo en una tienda de ropa. Era entre 13 a 14 horas las que dedicaba a esas labores, pero ya había entregado varios currículos en distintos medios de comunicación y, como no la habían llamado de ninguno, tomó la decisión de llamarlos para ofrecer sus servicios como freelancer, pero en El Día de Córdoba necesitaban refuerzo en platilla en la redacción y así comenzó a ejercer ahí, donde aún sigue en las secciones de local y la de provincia.

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La periodista venezolana, Fabiola Mouzo, ejerce su profesión en Córdoba, España (Foto: Cortesía)

Rafael Rumbos se ríe al recordar lo que más extraña del periodismo venezolano. Él está en Buenos Aires desde febrero de 2018 y, tras aclarar que puede parecer contradictorio, dijo que lo que más añora son las horas de espera en pautas que se presentaban en algunas ocasiones, llamados plantones. “Era muy divertido compartir esos ratos con mis compañeros de otros medios”.

Junto a su esposa, también periodista, una noche hablaba de las cosas que hacían en su niñez y adolescencia. “En ese momento nos dimos cuenta que nuestra hija Luciana no podría vivir eso en Venezuela y comenzamos a buscar opciones para migrar”.

Ellos tienen a otro hijo que nació en Argentina y Rafael trabaja, desde mes de su llegada a ese país, en una franquicia de una empresa multinacional en la que empezó como vendedor y ahora es supervisor en la zona oeste de Buenos Aires.

No se queja de haber comenzado de cero, pero volver al periodismo es un sueño al que no renuncia. Él sigue buscando oportunidades para ejercer su carrera en ese país, pese a que la realidad política de Argentina es muy diferente actualmente, “siento que me subí a una máquina del tiempo y estoy en la Venezuela de hace 20 años”.

Leidy Boscán es clara: “Si me preguntan qué extraño del periodismo podría decirles que todo. Porque solo quienes hemos ejercido sabemos lo que significa estar buscando la noticia, reflejar la realidad de lo que sucede en el país y velar porque los derechos de los ciudadanos se defiendan”.

Ella migró a Perú en octubre de 2018, una decisión que tomó luego de analizar los pros y los contras de lo que significaba irse del país en ese momento cuando existía una gran crisis económica. Desde que llegó a Lima trabaja en una empresa de consultoría tecnológica en el área de marketing.

Para Richard Tineo, estar alejado de la realidad de las comunidades y poder ser su portavoz ante las autoridades, es lo que más extraña de hacer periodismo en Venezuela. Tras trabajar en el área de la coctelería y como mesonero y encargado de un restaurant desde que llegó a Argentina en 2018, ahora es analista de comunicación interna en una empresa del rubro del transporte.

Su decisión de migrar se dio por la necesidad de generar más ingresos para apoyar a su familia, lo que sumó a la inestabilidad política y la inseguridad que se vivía en el país, que fueron motivos que también consideró Darwyn Rosales al momento de irse a España con su esposa y sus hijos, y quien extraña profundamente sus días como corresponsal, “cuando a los medios de comunicación se les dejaba trabajar sin ningún tipo de persecución, amedrentamiento ni amenazas, se trabajaba con libertad… Hoy día extraño eso. Ese tiempo pasado, igual que a Venezuela, a la de hoy no la extraño para nada, es una Venezuela en ruinas a pesar de que hay mucho dinero en la calle”.

Fue inevitable para Odell recordar su trabajo como reportero en Venezuela y no conmoverse.  “Pese a que el ambiente periodístico de Venezuela no es perfecto, extraño bastante el compartir con los compañeros retos profesionales y personales, porque no solo son compañeros, muchos son amigos y extraño eso, es una de las cosas que más añoro”.

En términos profesionales extraña bastante la calle, ahora es productor de televisión en Estados Unidos, aquí era reportero y le hace falta el contacto con la gente y hasta vivir en una sociedad tan convulsa, donde las noticias ocurren constantemente, “aquí las cosas son mucho más tranquilas más calmadas, las noticias son mucho más pensadas y extraño ese dinamismo en ciertas ocasiones. También extraño bastante escribir largo y tendido como lo hacía en periódicos y portales digitales”.

La adrenalina y la emoción como día a día ejercía el periodismo en las calles de Carabobo es lo que recuerda con nostalgia Luis Natera cada 27 de junio. “Hoy celebramos el Día del Periodista venezolano en todo el mundo porque estamos regados”, expresó desde Lima, donde vive desde marzo de 2018.

Él se dedica a la producción audiovisual que, aunque está directamente relacionada con la profesión, no es lo mismo que hacía en Venezuela. “Sigo dando cobertura a algunos eventos, pero no desde el punto de vista periodístico… sin embargo, estoy agradecido de estar ligado a las comunicaciones”.

Admiración total

Los periodistas migrantes saben muy bien las dificultades a la que se enfrentan los comunicadores para ejercer la profesión en Venezuela. Desde afuera ellos sienten un profundo respeto y admiración total por los colegas que siguen en país.

“A mis compañeros de Venezuela lo que yo diga puede ser poco… gran parte son baluarte de las buenas prácticas del periodismo, no todos, pero sí buena parte. Mi mensaje es que sigan adelante y les doy las gracias por mantenerse al pie del cañón, aún en momentos tan difíciles y en los que algunos tuvimos que irnos”, expresó Odell López Escote.

Para Darwyn Rosales, los periodistas que siguen en Venezuela ejerciendo con principios y valores, son unos héroes porque están batallando, dando la pelea, tratado con muchas adversidades. “No me dirijo a quienes por conveniencia terminan haciendo trabajos más complacientes, este mensaje va para quienes mantienen la bandera de libertad… ellos se merecen todos los elogios y un poco más por asumir este papel tan importante en momentos cuando el país atraviesa una situación sumamente lamentable y triste porque básicamente no hay libertad de ningún tipo”.

Leidy Boscán coincide: “Mi completa admiración a quienes siguen ejerciendo el periodismo en el país”, mientras que Luis Natera destaca que quienes siguen en Venezuela están luchando contra la censura y los ataques para seguir haciendo periodismo de altura”.

Desde Argentina, Rafael Rumbos dijo que no hay palabras que realce la labor de quienes trabajan en Venezuela con sentido común y ética, “porque sin eso no hay manera de ser un buen periodista”.

Y aunque este 27 de junio a Juamed Chacín le toque instalar una ventana en las alturas de Columbus, en Estados Unidos, ahí celebrará. Porque el periodismo es magia que envuelve para siempre a quienes lo ejercen.




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